Durante todo este año 2024 se está hablando de la masificación en los diferentes medios de comunicación, pero raramente se menciona las áreas naturales y rurales que la sufren con más intensidad y con mucha menos capacidad de respuesta, si bien es cierto que suele producirse con una gran estacionalidad. De hecho, en muchos sitios el pico de visitantes se produce en julio y agosto, similar al turismo del sol y playa y urbano.
Cuando un área natural se declara espacio protegido, ya sea Parque Nacional, Natural, Reserva, Santuario u otro tipo de regulación, el objetivo principal es su conservación, porque es el Patrimonio Natural, herencia que pasará a las siguientes generaciones, pero también se incluye otro objetivo de educación y sensibilización; algo que, a mi entender, debería hacerse obligatoriamente en la escuela primaria y secundaria, más que en los propios parques.
Pero es que el atractivo de la Naturaleza, la necesidad de recreación y los costes de disfrutarlo provocan una demanda que crece casi exponencialmente desde hace décadas; pero más aún después del Covid 19, produciendo picos de saturación muy importantes que, si el espacio natural no está ordenado y regulado para el turismo, los costes ambientales serán muy altos y, a veces, irreversibles.
Cuanto más nombrado sea el parque o área natural, especialmente en redes sociales, o por blogueros o influencers, más demanda tendrá y aumentará el riesgo de preservación. Y lo peor ocurre en aquellos espacios no protegidos ni ordenados, a lo que se suma el comportamiento de una gran parte de los visitantes que dejan mucho que desear y provocan un impacto negativo de mayor intensidad.
Si bien, una gran mayoría de visitantes son excursionistas de día, sin pernoctación, también existe una demanda turística cada vez más importante para la economía local del área protegida, cuya población se beneficia.
Para darles una idea de estas magnitudes, solo en los EE. UU., se contabilizaron en el 2023, más de 325 millones de visitantes a sus 400 parques nacionales lo que produce unos ingresos económicos turísticos (2022) de 50.300 millones de dólares, incluyendo gastos directos e indirectos de visitantes y supone 378.400 empleos.
Si bien, una gran mayoría de visitantes son excursionistas de día, sin pernoctación, también existe una demanda turística cada vez más importante para la economía local del área protegida
Si nos referimos a España, las cifras son obviamente muy diferentes, pero en un país turístico como este, el turismo en los 14 Parques Nacionales tiene también su peso, ya que supone unos 15 millones de visitantes, sin contar aquellos que viajan a otros espacios naturales protegidos como los 159 parques naturales y otras áreas protegidas.
Se estima que los parques nacionales de España generan anualmente alrededor de 2.500 millones de euros en ingresos económicos directos e indirectos. Este impacto incluye el gasto de los visitantes en alojamiento, comida, transporte, actividades recreativas y compras en las áreas cercanas a los parques.
Por dar el dato del parque más visitado, el Teide (Islas Canarias) hablamos de casi 4 millones de turistas, con un porcentaje muy importante de demanda extranjera.
Curiosamente, me gustaría mencionar el caso de Colombia, con una red de Parques Naturales Nacionales muy atractiva para el mercado internacional, de 65 áreas protegidas (aproximadamente 16 no son parques), que recibe 1,6 millones de visitantes al año (2023).
Con otras magnitudes habría que mencionar Japón, que tiene 34 Parques Nacionales y recibe anualmente (2019) unos 270 millones de visitantes, de los que unos 5 son internacionales.
Y, por otro lado, permítanme mencionar la singularidad de China, que posee 10 parques Nacionales (sin confirmar el dato, 2021) y 187 áreas naturales protegidas que reciben aproximadamente más de 300 millones de visitantes al año.
Después de analizar las cifras volvemos al dilema del título de este artículo y es como combinar la alta demanda de visitantes con el objetivo de conservación, porque es evidente que la demanda seguirá creciendo.
El turismo (esencialmente en su forma sostenible) es el sustento económico y de desarrollo de las zonas de influencia de los Parques Nacionales y de los núcleos rurales
Pero esta temática se va a discutir y debatir en el próximo evento AIRE2024, la única feria con temática de espacios naturales, turismo activo y ecoturismo que se celebra en Córdoba el próximo diciembre a la que asistirán expertos, emprendedores, operadores, administraciones públicas, comunicadores, etc.
Por concluir de alguna forma, el turismo (esencialmente el ecoturismo/turismo de naturaleza y turismo activo, de forma sostenible) es el sustento económico y de desarrollo de las zonas de influencia de los Parques Nacionales y de los núcleos rurales de las demás áreas protegidas.
La masificación, aunque sea por temporadas, afecta mucho más que en los destinos de sol y playa y urbanos y puede llevar a morir de éxito, pero mueren.
Estos casi destinos turísticos naturales —y digo casi, porque no existe en muchos lugares (en otros afortunadamente sí)— una gestión mixta de espacio natural con turismo y población local, se enfrentan al dilema del turismo y/o conservación.
Sin embargo, me deja pensando una frase del profesor de Waterloo (Canadá) Pual Eages que dijo que “Los parques con pocos visitantes pueden padecer más impactos, ya que sufren otro tipo de amenazas".
Podrían ahora responder a mi primera pregunta: ¿Cómo ven el balance? ¿Positivo o negativo?
*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.