Últimamente, están saliendo varias publicaciones sobre la creación e impulso de nuevas tasas aplicadas al turismo, ya sea por las pernoctaciones o por un tema ecológico, eco-tasas supuestamente, aunque la verdad tengo mis dudas.
Como recordatorio me gustaría retomar otro artículo en el que se dice que la Tasa es aquel tributo que se impone por disfrute de ciertos servicios o al ejercicio de ciertas actividades. Las tasas van destinadas a financiar un servicio o uso concreto prestado por la administración pública.
La propia definición de la UE sobre la tasa ambiental, mejor dicho impuesto ambiental (environmental tax) se aplica a las actividades dañinas con el medio ambiente, basándose en el principio de quien contamina paga, algo que conceptualmente no veo su relación con la definición de tasa, porque no existe ningún tipo de servicio. Fíjense a nivel europeo, el impuesto ambiental se aplica especialmente a la energía (77%), transporte (20%) y un 3% a la polución y recursos, variables implícitas en el turismo.
Habría que aclarar también que la traducción del inglés “Tax” no es necesariamente tasa, sino que se refiere de forma generalista a los impuestos, que no tienen un fin de pagar a cambio de un servicio.
Por tanto, si lo que quiere el Cabildo de Tenerife (España) cobrando 28 € a los adultos no residentes cuando visiten zonas naturales es reducir la afluencia turística y evitar la masificación, creo que nunca conseguirán el objetivo, porque es una herramienta enfocada a dar servicio no a controlar el flujo de visitantes, para lo que existen otros instrumentos físicos y de gestión emocional o comunicativa. Ahora bien, si esos ingresos se destinan a la conservación del medio natural, preparación y mantenimiento de senderos, señalética —especialmente con nuevas tecnologías que minimizan el impacto visual y los costes—, información, etc. y la gestión es transparente, entonces puede tener sentido. De hecho, en diferentes parques nacionales de algunos países se cobra la entrada, supuestamente para cubrir alguno de estos servicios.
Las ecotasas no están diseñadas ni valen para reducir la afluencia turística y evitar la masificación de cualquier espacio natural
Pero como está proponiendo la Isla de Madeira (Portugal) de cobrar una tasa de 3 € por usar sus senderos preparados, que entiendo responderán a las expectativas de los turistas (limpieza, señalética, infraestructura, etc.), tiene un sentido y por supuesto se podrá percibir el retorno de ese pago por los contribuyentes-usuarios.
Habría que recordar, especialmente refiriéndonos a las tasas o mejor dicho las denominadas ecotasas para el turismo, que realmente es la Administración competente (Medio Natural, Agricultura y tangencialmente Turismo), que debería tener la obligación de preservar el entorno natural, al igual que el patrimonio cultural y no debería añadirse más pagos a los usuarios nacionales, que ya pagan sus impuestos, salvo que como anteriormente he mencionado se esté ofreciendo un servicio adicional, para responder a las necesidades de los visitantes.
Lo que hay que tener claro es que ni tasas, ecotasas ni impuestos sirven en lo absoluto para reducir la afluencia de turistas ni la masificación y en todo caso sería un instrumento socioeconómicamente discriminatorio con una traducción de que lo natural, ecológico y sostenible está definido para un turismo exclusivo o de lujo (por el numerus clausus que establece dicho pago, ya que para que funcione su importe debería ser muy, muy alto).
Lo peligroso de este sistema o modelo de gestión es la tentación de crear diferentes tasas por servicios que no tienen demanda, de baja o nula calidad, de obligado cumplimiento como pagar por solo la entrada y olvidarse del “core” del turismo en todo estos entornos o territorios, su “Naturaleza”, sin la cual el negocio turístico dejaría de funcionar.
Lo peligroso de este sistema o modelo de gestión es la tentación de crear diferentes tasas por servicios que no tienen demanda, de baja o nula calidad
También es importante recordar que el turismo depende directa e indirectamente de la calidad ambiental, tanto en la empresa, en el destino como en su hinterland, porque todo está conectado en un mismo ecosistema, aunque para muchos no sea perceptible y, por tanto, entendible.
Este tema es y será más candente en estos años y se hablará entre los diferentes profesionales y responsables de la Administración en los debates y networking de la feria AIRE2024 en Córdoba el próximo diciembre.
*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.