Opinión

El turismo New Age

En la conquista de un espacio del nuevo turismo espiritual, los emprendedores toman buena nota y readaptan su oferta a un mercado con un nivel adquisitivo alto

Curioseo la bio de su perfil y leo: artista sanadora gracias a su voz, coach, profesora de yoga, experta en medicina ancestral… (Una manera sutil de comunicar que organiza ceremonias de ayahuasca, que viven en un limbo legal en nuestro país).

En el perfil de una conocida modelo canaria y profesora de yoga, leo pasajes de libros de uno de los charlatanes más asiduos en las librerías de los aeropuertos, el Dr. Weiss, conocido por sus creencias en la reencarnación y vidas pasadas. La modelo encuentra en los comentarios de sus seguidores la aprobación a lo que escribe en sus posts y, sin embargo, se rebela contra un mundo cruel con la naturaleza, a pesar de que es representante y trabaja para el mundo de la moda, la segunda industria más contaminante del planeta.
 

La moda es la segunda industria más contaminante del planeta



Influencers, personas influenciadas e influenciables que se sienten muy cercanas a la espiritualidad sin —en muchos casos— sentir el menor rubor ante semejante cantidad de incongruencias, fantasías, conspiraciones y bufonadas que suele generar este movimiento que no es otro que el de la New Age.

Una New Age que no iba a quedarse atrás en el reparto de esa tarta llamada turismo, apoderándose de una porción que hasta ahora pertenecía a la industria del wellness, quien se lo había arrebatado anteriormente al turismo de balnearios del siglo pasado y que conforman la nueva tentación para aquellos que, entre muchas frases, quieren conectar con la naturaleza, con lo espiritual, hacer una dieta détox o sanar por las vibraciones de un gong o de un didyeridú.

En esa conquista de un espacio del nuevo turismo espiritual y sanador, los emprendedores toman buena nota y readaptan su oferta a un mercado objetivo muy interesante, porque suele tener un nivel adquisitivo alto que les permite sentirse por unos días espiritualmente y con la conciencia más tranquila pagando por ello. ¡Cómo desaprovechar esta oportunidad!
 

Algunas prácticas modernas en el turismo bajo el concepto Wellness

En los últimos tiempos han aflorado nuevas etiquetas para establecimientos hoteleros como ecoresort, ecoluxury, retiro, etc. para poder identificar el producto de una manera más clara en un mercado que no para de crecer, fortalecido por una industria —sobre todo la literaria y la de formación— llena de gente de dudosa credibilidad. No se nos escapa que durante estos dos años de pandemia hemos tenido que asistir a charlatanes de todo tipo que decían tener el antídoto contra el virus o conocer cómo no contagiarse. Todos estos son los mismos, pero con distinta cara, a los que publican libros para la dieta alcalina anti-cáncer, positivismo ilustrado o la numerología.

Y es que la pseudociencia, uno de los cánceres de este siglo, es una fuente inagotable de desinformación e ignorancia de las que muchas personas hacen culto y defensa a ultranza sin más argumento que el de “solo lo puedes entender si crees”. No hay más que echar un vistazo a la prensa y darse cuenta hasta dónde ha llegado la New Age y, por ende, la pseudociencia a integrarse en nuestra sociedad, encontrado que hay hospitales integrando el reiki, una imposición de manos sin ningún aval científico, como parte de sus terapias “sanadoras”.
 

Reiki

A estas alturas de clara crítica te preguntarás: ¿tiene algo que ver esto con el turismo? Evidentemente, sí. Si lo miramos desde el punto de vista positivo, es innegable que es mejor para el destino que su turismo se desarrolle por los derroteros de la espiritualidad, el contacto con la naturaleza, la salud o la sanación que ser el punto de encuentro del turismo de botellón. Pero del otro lado hay un debate ético: el de que no todo debería valer. Promover pseudoterapias para lucrarse de ingenuos y no tan ingenuos consumidores debería estar más regulado e incluso penado. Hoy en día cualquiera dice ser terapeuta de reiki a pesar de que es difícil entender cómo se puede enseñar a tener “poderes sanadores” con las manos y menos con un curso online.

He conocido muchos productos en destinos de este tipo. En ferias como Pure Life Experiences, especializadas en turismo de experiencias —muy ligados al turismo de lujo que promueven los travel designers—, tienen en su oferta una cantidad muy importante de experiencias que están dirigidas a un público que reclama conectarse con la espiritualidad para salir de sus vidas de la gran ciudad o de millonarios aburridos. La reflexión podría ser que cada uno haga lo que le dé la gana, pero eso sería como mirar a otro lado y darle la razón a quien a base de talonario se permite tener un tratamiento ayurvédico, una dieta vegana, una sesión de medicina ancestral en un tipi o una experiencia con la equinoterapia aterrizando en helicóptero, consumiendo productos importados o generando la misma huella de carbono en una semana que 10 personas en un año.

 

 

La antroposofía es uno de los movimientos que más alimenta las creencias de una New Age que es capaz de mezclar cualquier argumento ante la incapacidad de dar explicaciones a sus extravagantes soluciones en busca de una felicidad espiritual que se vende en libros, cursos o sesiones de coaching, pero que carece de altruismo. La homeopatía, la biodinámica, las sesiones de ayahuasca, la energía de los minerales, el consumo de psicoactivos, el feng-shui, el ayurveda, el reiki, etc. forman ya parte del vocabulario del día a día que integran los destinos en búsqueda de nuevos productos para esos turistas ávidos de encontrar respuestas, aunque sean un engaño o un simple placebo para sus conciencias.

¿Es una realidad? Sí. ¿Se alimenta de una ficción o de realidades cuanto menos discutibles? También. ¿Es ético? El debate está ahí.

 

Manuel Rosell Pintos es experto en dirección empresarial, marketing y turismo. Actualmente es CEO de la consultora turística Abbatissa y la start-up hotelera Spot Hotels.

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