Entre los proyectos del nuevo Gobierno alemán figura la imposición de impuestos a la aviación, que quiere que sean aplicables al conjunto de la Unión Europea. La Comisión que preside Ursula von der Leyen está de acuerdo y asegura que son necesarios para cumplir los objetivos de cero emisiones de CO2 en el año 2050.

Aunque las emisiones del transporte aéreo son pequeñas porcentualmente —entre el 3 y el 5 %— el crecimiento es rápido. IATA calcula que el sector seguirá creciendo a ritmo de un 3% en el futuro próximo. Si en 2022 recuperamos los 4.500 millones de pasajeros, serían 135 más al siguiente (2023) y esa cantidad, más otro 3%, al consecutivo (2024), y así sucesivamente.

Recordemos que las tasas aéreas pagan las infraestructuras necesarias, mientras que las de otras formas de transporte se costean con impuestos, es decir pagan los que las usan y los que no. A cambio, el combustible en rutas internacionales no está gravado con el IVA, que es donde algunos han puesto el ojo.
 

Objetivos de cero emisiones de CO2 en el año 2050. Foto Wikimedia Commons (CC BY SA 3.0)

Objetivos de cero emisiones de CO2 en el año 2050. Foto Wikimedia Commons (CC BY SA 3.0)

 

Varios países, como Francia o Suecia, imponen tasas a los billetes aéreos, cuyos ingresos van directamente a las arcas del estado.

Si la evolución sigue la tendencia actual y no se toman medidas radicales, es imposible cumplir con el objetivo de cero emisiones. La mayor eficacia y menor consumo de los nuevos aviones solo ralentiza el ritmo de crecimiento, mientras que las innovaciones, como combustibles menos contaminantes o aviones eléctricos, avanzan más despacio.

Parece inevitable que aumente la fiscalidad en Europa, a lo que las compañías se oponen asegurando que tendrían que subir precios o volar rutas más largas para evitar la Unión Europea. Además, afirman que esta medida les haría disponer de menos recursos que podrían ser utilizados en tecnología que permitiera un tráfico aéreo más cuidadoso con el medio ambiente.
 


Un arreglo imaginativo es el que propone un think tank (laboratorio de ideas o centro de investigación) británico de imponer tasas específicas a los viajeros frecuentes, que son los que más utilizan la clase preferente y, en consecuencia, los que más contaminan. Sabemos que en algún país como Francia el 2% de la población realiza el 50% de los viajes. Este sería el mejor ”arreglo” para el mundo del turismo, que necesita un transporte aéreo barato y unos destinos sostenibles.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).