Cada día, nos levantamos con la ilusión de recibir alguna noticia esperanzadora que nos impulse a dar ese primer paso para reactivar nuestra actividad cotidiana… que nos enseñe a aprender a envejecer con nuestra profesión.

Hoy la Covid-19 ha dotado de una renovada y “maquillada urgencia” a la obligada necesidad de ilusionarnos y convencernos, adaptar nuestras capacidades personales, adquiridas a lo largo de nuestra trayectoria profesional, ante los cambios provocados y previstos en el sector del ocio turístico.

Ópera

La transformación, cada día más acentuada, hacia una economía digital, junto con el impacto de la globalización en los servicios de entretenimiento o la automatización de muchos puestos de trabajo, son algunas de las tendencias que podían dejar atrás a muchas empresas dedicadas al ocio a las que les es imposible conseguir adaptarse.

Días atrás, representantes del gobierno en materia turística nos comunicaban con un guiño al optimismo, los índices de previsión, en cuanto a ocupación se refiere, en los próximos meses y hasta final de año. Porcentajes que comienzan en un 30-40 % en los meses de julio y agosto; un 70% durante el mes de septiembre y octubre; y un 90% a partir de noviembre y hasta final del presente año.

el gran olvidado

Luis León, Delegado en Entrees.es

Cifras disolubles para las empresas dedicadas al ocio y el entretenimiento, las cuales ni con un 60%, y aún menos un 40%, pueden hacer frente a los gastos que supone poner en marcha la actividad en plena pandemia y crisis económica derivada, desafiando a la verdad. Una verdad que en estos momentos no cambia nada.

Estamos de acuerdo en que estamos en desacuerdo: que el ocio descafeinado sólo es soluble en el turismo incompleto.