Las erupciones volcánicas han influido en desarrollo de la actividad humana. Quizás la que tuvo más efectos secundarios fue la del volcán Tambora en Indonesia del 5 al 10 de abril de 1815 que, con una fuerza desconocida, mató a unas 100.000 personas, cubrió Manhattan de cenizas, provocó dos meses después la derrota de Napoleón en Waterloo —las imprevistas lluvias le impidieron maniobrar a su rapidez habitual— y, al año siguiente, recluyó a Percy y Mary Shelley en la casa de Lord Byron en el lago Leman. En vez de los paseos veraniegos, hicieron un concurso de literatura de terror y Mary escribió el Frankenstein, quizás el primer relato de ciencia ficción. Fue el famoso año sin verano.
En nuestra época y con consecuencias directas en el turismo, la erupción en 2010 del volcán del sur de Islandia Eyjafjallajökull –pronúnciese “eiafialayecul”— el 10 de marzo de ese año, lanzó al exterior tal cantidad de cenizas que obligó al cierre del espacio aéreo europeo durante siete días.
La erupción en Cumbre Vieja, en el suroeste de La Palma, es la primera desde la del Teneguía en 1971, en la misma zona. Entonces casi no había turismo. La actual no ha ocasionado muertos ni heridos, ya que todas las consecuencias directas son materiales: pérdidas de viviendas y áreas de cultivo. Tremendas, pero pueden ser materialmente, aunque no emocionalmente, compensadas.
La Palma es una Isla con algunos atractivos turísticos bien conocidos: el Roque de los Muchachos con su observatorio a 2.400 metros; la caldera de Taburiente, el mayor cráter volcánico emergido del mundo; y las rutas de senderismo, entre las que figura la de los volcanes. Más de 200.000 turistas visitaron la isla en 2019, de los que 150.000 fueron extranjeros y el 80% de ellos, alemanes.
La isla es pequeña —unos 700 kilómetros cuadrados— y cuenta con poco más de 80.000 habitantes, por lo que no está preparada para el turismo de masas, aunque hay proyectos de nuevos hoteles y campos de golf. En total solo hay unas 7.000 camas turísticas.
La repercusión está siendo enorme en los medios nacionales e importante en los internacionales. Mucha gente coloca a la isla en el mapa por primera vez. En Alemania es donde más atención se presta a este asunto. En Gran Bretaña han recuperado, brevemente, las viejas teorías sobre el tsunami y en el resto de los países europeos, aparte de la nacional, predomina la información sobre la Asamblea de Naciones Unidas y las elecciones en Alemania.
En esta primera fase se verán afectadas ligeramente todas las islas, pero esa ralentización de ventas y reservas durará solo un par de semanas. No olvidemos que estamos a las puertas de la temporada alta y que los clientes de los principales mercados tienen ganas y posibilidades de viajar.
Las autoridades canarias, con el apoyo de la Guardia Civil y de la UME, han actuado con eficacia y sensibilidad, controlando lo controlable y ayudando a la población local, que se está comportando ejemplarmente. La zona afectada está delimitada, de momento, a menos de doscientas hectáreas y el tráfico aéreo no ha sido interrumpido, aunque algunas compañías suspendieron sus vuelos el viernes 24.
Como es lógico, en una primera fase predomina la seguridad de los clientes y el interés local en dedicar todos los recursos a gestionar la situación. La mayor flexibilidad en la cancelación de las reservas individuales como reacción a la pandemia, evita innecesarias tensiones. Los turoperadores operan normalmente, los turistas no dejarán de ir a La Palma y el volcán, aunque siga activo, mientras esté controlado será otra atracción, como sabemos por la experiencia de Islandia, Hawái o Guatemala.
Pero, según nos enseñan los manuales de gestión de crisis elaborados tras el fracaso de comunicación de Exxon, después del desastre de su barco Exxon Valdez en 1989, el ritmo de comunicación es importante. En España, trece años después, algunas autoridades no los habían leído y fracasaron en la gestión de la comunicación con motivo del desastre del Prestige.
Recordemos las líneas básicas: un solo portavoz, información continua, amplia y veraz, selección de prioridades y eludir cualquier tipo de mensaje que pueda interferir en el ritmo de la comunicación. En la primera fase, las campañas de publicidad pueden ser contraproducentes. Una fluida comunicación es lo más eficaz.
De momento, las autoridades canarias lo están haciendo bien con su presidente al frente y el presidente del Gobierno se ha centrado en ofrecer las máximas ayudas posibles a los afectados. Antes esta positiva situación, la única disonancia se debe a unas declaraciones de la ministra de Turismo, no por el contenido, sino por haber interferido en el ritmo de la comunicación semanas antes de que llegue el momento de hablar del turismo. Lo que está ocurriendo es una tragedia para los afectados, pero la repercusión turística será escasa.
*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).