Opinión
Riesgos Laborales, necesidad de una integración efectiva en la empresa
A Don Agustín Ávila Hernández, ex-director de Spring Hoteles, un pionero en el sector turístico de Canarias y España
Rastreando por internet con la firme intención de encontrar algo actualizado sobre Don Agustín Ávila Hernández —ex director general de Spring Hoteles— hallé en “elblogoferoz.com” una entrevista previa a su jubilación. Se hizo con muy buena estructura y no ausente de anilinas nostálgicas; se condensa en ella una historia productiva e insta con conocimiento de causa —a la juventud, nuevos ejecutivos y a las autoridades administrativas— a una apuesta firme por la formación como pilar del progreso.
Su éxito en el mundo gerencial, concretamente en el turismo, se debió a lo que él literalmente afirmó: “He acertado plenamente en la elección de mis colaboradores”. Quien suscribe no supo con certeza su lugar entre ellos, pero sí el tiempo: nueve años, casi una década. Y además, se registra entre los agradecidos de sus enseñanzas, carisma y ejercicio del respeto en la gestión; no resultó baldío dar “un paso al lado” advertido de su jubilación y las imposiciones de la crisis económica ya punzante en el año 2009.
Resulta difícil continuar sin hacer mención de uno de sus copartícipes, sí conocedor de su lugar y a quien el tiempo le completó décadas junto al Sr. Ávila: don Ramón Michán Doña, ex-director del Hotel Playa La Arena. Nunca le escuché una voz alta o disonante, primaba el respeto como sentimiento altruista y regulador de la gestión, ejerció su liderazgo sin avideces fútiles y apartado del estilo de mando metamórfico.
Únicamente quiero abordar un espacio de la gestión empresarial bajo la dirección general del Sr. Ávila: la Prevención de Riesgos Laborales. A su edad y experiencia ejecutiva —contrario a muchos directivos de la misma ralea y caput de algunos “iluminados”— le percibí afrontar con osadía, modernidad y perspectiva de rentabilidad la creación de un Servicio de Prevención Mancomunado. En el sector turístico fue el primero en Canarias y me atrevería afirmar en España.
Los primeros resultados afloraron con rapidez al año de su existencia pues, de 32 accidentes promedio acaecidos en cada empresa se redujo a 6 eventos indeseados, fue una de las primeras cadenas hoteleras en integrar verdaderamente la prevención en la gestión de mandos, firmar protocolos para prevenir el acoso moral, sexual y la igualdad de oportunidades.
Un balance comparativo entre un año y el siguiente, de gastos directos en el servicio y de ahorros por la disminución de la accidentabilidad y el absentismo laboral difuso, alcanzó un beneficio de 277.000 € aproximadamente; y evoco a Winston Churchill: “La estadística me la creo porque la hice yo”. El excelente estado de las instalaciones de los hoteles, allí donde el turista no entra y sí los trabajadores, daba muestras del control de los riesgos en origen y de las serias condiciones de seguridad alcanzadas.
Respecto a la exigida coordinación empresarial se logró que todas las empresas externas acreditasen su modalidad preventiva y la evaluación de los riesgos laborales. ¡Vaya asombro de sus gerentes cuando se les exigió invertir en prevención si aspiraban a mantener sus trabajos en las instalaciones de Spring Hoteles! Ello también constituyó una entusiasta manera de contribuir al cumplimiento de la responsabilidad social corporativa.
El Sr. Ávila, es muy sagaz en los cálculos sobre inversiones, gastos y rentabilidades: asumió verdaderamente convencido los costes de un ergónomo en los inicios del proyecto (1% del presupuesto), en tanto la intervención reparadora por daños e inconformidades arrastra un (10-12 % del presupuesto inicial). Causó sorpresa cuando me ordenó previsoramente: ─“revise el diseño del mostrador de la recepción del Hotel Costa Los Gigantes, después de construido no quiero quejas”.
Volviendo al contenido de la referida entrevista, el Sr. Ávila, también disertó sobre el concepto calidad y su entendimiento en relación a los costes. En cierto momento impartía formación a los mandos intermedios y estaba él presente, entonces expuse un pensamiento económico primitivo que data de los años 1950: “La calidad no cuesta, cuestan las cosas desprovistas de calidad”, y le sorprendí cuando hizo un guiño de entusiasta aprobación; lo esperaba, era ya conocedor de sus exigencias y notable pedigrí empresarial
Ejercí como responsable del Servicio Mancomunado de Prevención a gusto de unos y disgustos de otros. Los críticos llegaron a entorpecer la actividad preventiva con carácter crónico y un desgaste bien acusante de tiempo y recursos. Para resistir me propuse seguir los consejos del zaragozano Baltasar Gracián y Morales, en su obra, El Criticón: “Para desenvolverse entre las trampas de la vida, hay que hacerse valer, ser prudente y aprovecharse de la sabiduría basada en la experiencia”.
Hoy percibo, desde mi modesta actividad autónoma y de cierto modo reactiva como Perito Judicial, el paradigma que ha significado el liderazgo del Sr. Ávila para el bien de la salud y la seguridad de los trabajadores de la hostelería. A veinte y seis años de promulgada la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, he constatado en otras empresas de renombre: formación y coordinación empresarial nula, contratos laborales por dos horas con la asignación de una Carga Física de ocho, inexistencia de Planes de Prevención y encima de todo, ocurren fatalidades mortales sin enrojecimiento en el rostro de sus responsables.
La verdadera integración de la actividad preventiva en el seno de las empresas, debiese ser muy tomada en cuenta por las venideras generaciones ejecutivas. Así evitarían accidentes fatales y costosos procesos judiciales que bajo el modus operandi actual se suscitan. Muchos no sobrevendrían si revisásemos la doctrina preventiva que supo ejemplarmente asumir, predicar y exigir el Sr. Ávila.
Ninguna pleitesía me inspira a escribir este artículo pues hace años no nos encontramos, mas la admiración por su trayectoria gerencial y el haberme dado la posibilidad de formarme y formar parte de su equipo, para un proyecto de trabajo en una organización abierta, serias metas operativas y con retos acordes al siglo XXI, constituye el fundamento vital del tiempo que le he dedicado.
Los altos ejecutivos en Canarias si no apuestan decididamente por la formación y la integral gestión de la actividad preventiva en el seno de las empresas —máxime cuando un riesgo biológico latente, invisible y mortal nombrado Covid-19 acecha— nunca acrisolarán una efectiva calidad en su gestión. No basta con escucharles la ya retórica y consumida consigna: “El capital principal que tiene mi empresa son las personas que la integran”. Desencofrase las frases, normas y teorías preventivas, estamos a tiempo de revisar las lecciones sabias de Don Agustín Ávila Hernández.
*Jorge Chávez Rancel es perito judicial en ergonomía forense.
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