Hasta el día 24 de julio, que es cuando estoy escribiendo este artículo, se reportaron en España, 317.246 casos de infectados, 28.429 de muertos y 150.376 de recuperados. Estas cifras son difundidas diariamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque estos datos representan un 0,6% de la población, es cierto que con ayuda de los medios de comunicación y con las mismas cifras parece que más de un 50% de la misma población esté afectada por el virus y eso en realidad es lo que nos está hundiendo en la miseria más feroz que hayamos vivido nunca en todos los sentidos.
Si la clase política usase las estadísticas al alcance de todos, especialmente para ellos, ya que algunos tienen hasta 300 asesores a su alrededor, de la misma forma que usan sus teléfonos móviles o los aplausos egocéntricos que tienen en el congreso de los diputados o parlamentos autonómicos, seguramente que las cosas nos irían mejor o, como mínimo, los acuerdos estarían más dirigidos a propuestas reales para salir de esto.
¿Alguien se imagina en una reunión de consejeros de cualquier empresa privada liderada por el presidente de esa supuesta compañía, a los consejeros mirando el móvil cuando el mismo presidente o cualquier consejero esté hablando; o que después de cada intervención de cualquier consejero de operaciones, de marketing o de recursos humanos, por ejemplo, todos se aplaudan por exponer o hacer su trabajo? Sinceramente, me parece no solo ridículo, sino que también es una falta de respeto y empatía hacia los demás, y debería estar sancionado de alguna forma al mismo nivel que lo estaría en una empresa privada y más aún, con los tiempos que corren. No puede ser que quienes teóricamente lideran el cambio para la reconstrucción económica de millones de españoles, después de una crisis sanitaria y especialmente económica, en su momento más trascendental del día o de la semana, pierdan un 75% de su tiempo en aplausos entre ellos y en ver qué se dice en las redes sociales para no oír, ni siquiera respetar los discursos de los demás y se fundan en elogios entre ellos, solo basados en su propio discurso u opinión ideológica, que no siempre es la más adecuada para el pueblo pero sí la que más les conviene a ellos.
A 24 de julio, en esos hemiciclos ya se han perdido los protocolos de distancia y mascarillas, pero no pasa nada, parece que a los medios de comunicación no les interesa hablar de ello, la clase política son los intocables del sistema. Esos que a pesar de las circunstancias no tienen miedo a perder sus privilegios, ni siquiera a reconsiderar, aunque sea moralmente, algunos totalmente prescindibles.
Mientras la gran mayoría de los mortales estamos pendientes de como salir de esta incertidumbre, con condiciones comparables a los mejores tiempos económicos en impuestos para el estado, pero sin ingresos, estos desalmados siguen con la tranquilidad de no tener que entrar en ningún ERTE, mantienen sus dietas y compensaciones por desplazamiento. Llegar a final de mes no les quita el sueño y por supuesto su estilo y nivel de vida es operativamente innegociable.
A 24 de julio de 2020, Según los medios de comunicación el que, en España, un país con 46 millones de habitantes haya 922 casos detectados por coronavirus en toda su geografía, es que tenemos una segunda oleada del virus y según los medios de comunicación, fácilmente detectables por comunidades autónomas, por motivo y sectores, estamos entrando en una situación insostenible. Hay que decir que esos 922 casos representan un 0,001 de la población española en afectados directamente a nivel sanitario, pero ese mismo dato afectando económicamente casi al 100% de la población y digo casi, porque hay que descontar a los políticos que no les afecta ni una cosa, ni la otra.
Mientras a quienes les interesa mantener esta incertidumbre y drama en el tiempo, sin hacer absolutamente nada para remediarlo, cosa que es relativamente sencillo, con PCRs, más controles y sancionando duramente a quienes no cumplen las normas, la desconfianza, especialmente Turística, se apodera de los posibles y reales salvadores de este país, los turistas. ¿Por qué cerrar el ocio nocturno, por ejemplo, de toda una comunidad autónoma, si sabemos dónde, cuándo y a cuantos a afectado un rebrote determinado por la mala gestión de sus responsables en el local determinado?, ¿No sería más efectivo, especialmente para el sector en general, sancionar duramente a los implicados en ese rebrote si es por imprudencia y mantener así la confianza de quienes nos quieren visitar?, ¿Vamos a hacer lo mismo con todos los restaurantes si uno incumple con las responsabilidades que hay que asumir?, ¿Vamos hacer lo mismo con los hoteles?, porque si es así, de esta no vamos a salir.
Estamos transmitiendo al mundo lo que ningún otro país se permitiría bajo ningún concepto y es generar continuamente con una estadística totalmente asumible después de lo que hemos pasado, pero a través de un drama humanitario en comunicación exterior, una total desconfianza para que nos visiten, que al final, es lo que nos falta para salir de esta, turismo confiado en visitar nuestro país. Ya tenemos las primeras perlas negativas de varios países europeos hacia sus conciudadanos con la intención de viajar a España.
Va a ser difícil volver a datos turísticos como los de 2018 por ejemplo, donde 340 millones de pernoctaciones fueron para establecimientos hoteleros con una media de 3,2 días por turista, 73 millones de pernoctaciones fueron para apartamentos turísticos con una media de 6 días por turista, 39 millones fueron para campings con 5 días de media por turista y alojamientos de turismo rural se llevaron 11 millones de pernoctaciones con una media de 2,7 días.
Va a ser difícil también llegar a los datos de pernoctaciones de 2017 donde España ocupó el puesto cinco de Europa, con 7,3 pernoctaciones generales por turista, muy por encima de Alemania, Francia, Suecia o Portugal entre mucho otros.
Va a ser difícil volver a las cifras de negocio más importantes de la industria española como las que teníamos en 2016 de 571 mil millones de euros y encabezando la lista la industria alimenticia con 95 mil millones, la industria de fabricación de vehículos con 69 mil millones de euros y en tercer lugar la producción, transporte y distribución de energía eléctrica con 69 mil millones.
Va a ser difícil volver a las más de 95 mil nuevas constituciones de sociedades mercantiles del 2018 pero no va a ser complicado ver las que se disuelven que en 2018 fueron un 3,5% del total.
Va a ser difícil volver a las cifras de riesgo de pobreza e intensidad laboral que teníamos en 2017 con el 0,1% y donde ocupábamos en puesto 24 solo por debajo de, Luxemburgo, Países Bajos, Malta y Suecia.
Va a ser difícil volver al gasto en cultura y ocio que teníamos en 2017 que era de 667,8 de media por persona y año, un 4,4% más que en 2016 y que representaba la mayor subida desde 2014.
En fin, podría seguir con cientos de datos más con relación a otros años, o sea, que estamos bien jodidos, pero ¿es necesario ponerlo más difícil?, esa es la cuestión, ¿En serio que no tenemos capacidad de resolución efectiva orientada a la sociedad en todas sus variantes que nos ayude a planificarnos eficientemente?, ¿no tenemos a nadie ahí arriba que sea capaz de liderar esto en beneficio de todos?, ¿tenemos que seguir dando bandazos como pollo sin cabeza, a la espera de que algún iluminado le de por dejar el móvil y de mirarse al espejo para ponerse a trabajar?, y, por cierto, ¿dónde están los sindicatos?... porque tengo entendido que las marisquerías aún siguen cerradas. ¡Vaya tela!
Víctor Rocha López es Corporate Chef F&B Culinary trainer. Autor del libro 'El humo que todo lo quema'.