Opinión
Retos para la gestión de destinos
El nuevo escenario representa un reto insólito para los gestores de destinos, que deben entender las múltiples variables del turismo y reaccionar con una mayor velocidad
En el post “El suicidio turístico de Lanzarote”, que analiza el trasfondo de la autodeclaración del Cabildo de Lanzarote como “destino saturado turísticamente”, concluyo que no estamos en este caso ante un fenómeno clásico de “overtourism”, sino ante la proyección sobre el turismo de un descontento social que se fundamenta en problemas latentes como congestiones de tráfico o alquileres disparados. Esto es fruto de no haber gestionado el crecimiento turístico y la variable poblacional en cualquiera de sus dimensiones: infraestructuras, viviendas, FP, alquiler vacacional, etc. Ello resulta en una sensibilidad o aversión al turismo de una parte de la población, lo cual está siendo utilizado electoralmente.
Es importante no confundir este descontento social proyectado sobre el turismo con el fenómeno “overtourism” (sobreturismo) que se manifestó en destinos urbanos en 2015-19:
Overtourism urbano: En las ediciones de la ITB anteriores a la pandemia, un tema central fue el “overtourism”, un fenómeno de saturación que se dio en destinos urbanos como Venecia, Ámsterdam, Barcelona y Dubrovnik. Picos de afluencia con museos saturados o avalanchas humanas en los cascos antiguos fueron algunos síntomas. No obstante, los gestores de estos destinos evitaron el sello de “masificado” y se pusieron a trabajar en descongestionar los picos de los flujos turísticos en las zonas saturadas con diferentes medidas. Por ejemplo, Dubrovnik dosificó la llegada de cruceros a su puerto o Ámsterdam optó por una estrategia múltiple (“operación Nutella”) que incluía la reducción de viviendas vacacionales en el centro de la ciudad e información digital en tiempo real de saturaciones en atracciones turísticas. Y tal ha sido la evolución, que en esta ITB 2023 el overtourism urbano ya no fue un tema central de debate.
Camas regladas en descenso y población en aumento
En paralelo al malestar proyectado sobre el turismo, se produce en Canarias, paradójicamente, un descenso de la capacidad alojativa reglada (Gran Canaria lidera esta pérdida de camas) debido a la expansión anárquica del alquiler vacacional, en gran parte clandestino, así como los procesos de residencialización en las zonas turísticas, con la consiguiente presión sobre el mercado inmobiliario. Tanto es que hay hoteles que han tenido que destinar algunas de sus habitaciones de clientes para alojar a su personal. ¿Estamos en el escenario descrito por Jorge Marichal en su post “Turistas en nuestras casas y residentes en los hoteles”? Así es, el mundo al revés.
A ello se suma el nuevo flujo poblacional residencial: trabajadores comunitarios y extracomunitarios, nómadas digitales, etc. De ahí que se haya conformado el año pasado una comisión parlamentaria para el estudio del “reto demográfico”, que de momento lo único que ha podido concluir es que estamos ante una problemática transversal que no puede ser tratada por separado, sin contemplar cuestiones como el alquiler vacacional.
Si le damos un poco al “forward” en el tiempo, y no hace falta que nos vayamos muy lejos, es fácil prever el colapso que se produciría si el censo de viviendas residenciales no cambiase (o incluso sigua disminuyendo por “vacacionalización”), mientras que los próximos 5-10 años las jubilaciones masivas de los babyboomers (con al menos 25 años delante por disfrutar) serían cubiertas, principalmente, por nuevos inmigrantes cualificados. Todos ellos en busca de vivienda de alquiler, quedando al margen los activos residentes desocupados (suponiendo que tampoco mejore la formación profesional).
Obviamente, se avecinan medidas importantes e impopulares, pero resulta obvio que la variable poblacional deber formar parte del cuadro de mando de gestión estratégica (ver reflexiones en: “Capacidad de carga: ¿cuántos turistas caben en Canarias?”).
Nuevo enfoque en la gestión de los destinos
En definitiva, no es cuestión de cambiar de modelo turístico, sino del modelo de cómo gestionar el turismo para afrontar los múltiples retos que ya están ahí: modernización de infraestructuras, renovación de zonas turísticas, regulación del alquiler vacacional, reto demográfico, formación profesional, residencialización en zonas turísticas, etc.
El nuevo escenario turístico representa un reto insólito para los gestores de destinos, que en primera instancia deben entender la interacción de las múltiples variables del turismo y, en segundo lugar, reaccionar con una mayor velocidad. Ciertamente, el legislador nunca podrá legislar a la velocidad del mercado, por lo que deberá saber anticipar las evoluciones, para dejar de ir siempre por detrás de los acontecimientos.
En la ITB 2023, el Profesor Harald Pechlaner (Facultad Turismo, Universidad de Ingolstadt), en el marco de un debate sobre el rol de las organizaciones de gestión de destinos comentó: “Es tiempo de cambiar cómo abordamos la gestión en los destinos. El nuevo sistema debe saber tratar con flexibilidad y autonomía la complejidad ante un entorno impredecible [..], creando un nuevo propósito para sitios y espacios y, en definitiva, para el destino”.
En este contexto de gestión de destinos, durante la ITB 2023 se anunció la publicación de un proyecto liderado por el Prof. Harald Pechlaner, y en el que he tenido el placer de participar junto con otros tres autores vinculados a la Universidad de Ingolstadt (Christian Eckert, Valentin Herbold y Werner Sülberg), con el título: “Turismo autodeterminado en el caso de las Islas Canarias: reducir dependencias – desactivar conflictos – posibilitar diversificación”.
*Artículo publicado originalmente en el blog de Antonio Garzón, sitio web del autor, que es fundador y gerente de Nutrihotel (nutrihotel.com).
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