Opinión
“Sanchís es el hombre que introdujo el orden militar en el departamento de Obras de RIU”
Cuando José María Sanchís entró en la Marina de Guerra para formarse como mecánico, no creo que imaginara que su vida profesional se desarrollaría en la industria turística
Cuando José María Sanchís entró en la Marina de Guerra para formarse como mecánico, no creo que imaginara que su vida profesional se desarrollaría en la industria turística. Este hombre ha sido mi compañero más cercano sobre el terreno desde que en 1991, al acabar la instalación de las cocinas del Riu Taino en Punta Cana, se unió al equipo de RIU para introducir orden militar en nuestro departamento de Obras. Más de 30 años después sigue dirigiendo un área que ha crecido exponencialmente en destinos, proyectos, personal y sofisticación. Actuó como salvavidas en aquel momento de dificultades, escasez y juventud y hoy sigue siendo mi mano derecha y mis ojos en las obras de América, desde Toronto hasta Costa Rica.
Fue mi madre, Pilar Güell, doña Pili como la conocían todos en la Obra, quien se fijó en Sanchís. Me dijo: “Este chico trabaja bien y sabe dirigir los equipos, no le dejes escapar porque te vendría muy bien tenerlo contigo aquí en Punta Cana”. Siempre ha sido un hombre de mucho carisma. Le recuerdo en la obra vestido como Tintín explorador, con su gorra, pantalones cortos y botas con calcetines por fuera. Él entonces trabajaba para Adisa y vino a Punta Cana para montar los muebles y las extracciones de las cocinas del hotel Riu Taino. Al acabar su proyecto hablé con él y le propuse venir a trabajar para RIU. “A mí -cuenta Sanchís- me gustó mucho la oferta. Primero porque en esos momentos me estaba divorciando y después porque el trabajo era mucho más atractivo que lo que estaba haciendo. Así que volví a Barcelona, donde estaba la sede de Adisa, di los días de aviso correspondientes y regresé a Dominicana”.
Construcción de nuevos hoteles RIU en América: un gran desafío para Sanchís
El ritmo de trabajo en aquellos años fue frenético, abríamos un nuevo hotel cada 15 o 18 meses, y nos enfrentábamos a muchísimas dificultades. No había casi maquinaria, había escasez de combustible, de cemento y de hierro. Las distancias y los tiempos por el estado de las carreteras eran enormes y a veces estábamos días parados en la obra porque no llegaban los contenedores o se estropeaba un camión o una pala y no había repuestos para arreglarlos. Yo le dije a Sanchís que le daba 15 días para mirar cómo funcionaba todo y luego decirme qué había que arreglar. Y así lo hizo. “Antes de incorporarme, también me entrevisté con don Luis Riu Bertrán, don Luis padre, y le dije, sepa usted que yo vengo de formación militar y él me dijo, perfecto, eso es lo que quiero”, recuerda Sanchís.
1. Organización del sistema de cobros y libranzas
Implantar la racionalidad marcial fue lo primero que hizo. Una de las primeras medidas que tomó fue cambiar el día de pago y de libranzas. Cuando llegó pagábamos a los peones cada dos semanas. El viernes recibían su salario y libraban hasta el lunes, “pero muchos no tenían tiempo de ir a sus casas y regresar, así que introduje el pago mensual con una semana de libranza. Así, todos tenían tiempo de regresar a sus casas, descansar y volver a la obra”, recuerda Sanchís como una de las primeras decisiones que tuvo un gran impacto en la organización.
2. Sustitución del taller propio por maquinaria en alquiler
“Mi proyecto fue introducir la estructura de una empresa constructora en el trabajo de la obra que RIU ya tenía en marcha. En cuanto se pudo, dejamos de ser propietarios de las máquinas para alquilarlas. Usar máquinas propias era fuente de dolores de cabeza constantes. Aparte de tener que contratar operadores y seguros, tienes que tener un taller propio y siempre faltaban piezas, faltaba combustible y sobraba picardía”, explica Sanchís recordando aquellos años.
Yo estoy totalmente de acuerdo. El taller era una ruina, las piezas se tenían que pedir a Miami y en el camino ‘se extraviaban’ hasta los neumáticos que comprábamos para los repuestos. Yo creo que el taller me quitó dos o tres años de vida. Era una situación de absoluta impotencia, de saber que te están engañando y no poder hacer nada. Así que cuando Sanchís lo liquidó, fue una gran satisfacción.
3. Desplazamientos a caballo para salvar las distancias internas
Las distancias eran enormes en la propia obra y primero nos desplazamos a pie. Luego empezamos a comprar ciclomotores, pero nosotros acabamos yendo a caballo a todas partes precisamente por la falta de combustible.
4. Soluciones para solventar la poca disponibilidad de cemento
Otro gran problema era la escasez de cemento. Había tal demanda en aquel momento en Dominicana, que un trailer enviado a recoger cemento podía tardar hasta 10 días en regresar, por la cola que había y por lo que se tardaba en el trayecto en sí. Y luego había que rezar para que no hubiera una avería por el camino o un vuelco. También hacíamos nuestros propios bloques con áridos que comprábamos en San Cristóbal. Igualmente era un viaje de 10 o 12 horas en camión para conseguir el material necesario para hacer nuestros bloques de construcción. Esto también por tiempos, por personal necesario y complejidad dejamos de hacerlo. Los últimos bloques que hicimos en casa fueron los del hotel Riu Bambu, que abrió en 1999.
Del Ejército y de montar cocinas a dirigir el departamento de Obras de RIU
José María Sanchís nació en Bocairent, Valencia, en 1962. Cuando terminó el Bachillerato y el COU él quería estudiar en la universidad, pero su familia no se lo podía permitir y así es como entró en el Ejército Español, en la Marina de Guerra, como una manera de continuar su formación superior. Y allí estuvo ocho años, cinco de los cuales los pasó en un submarino de la Armada Española. Allí recibió su formación mecánica y por supuesto también la militar que luego ha aplicado a su trabajo. Después del ejército, trabajó tres años en Adisa, la empresa barcelonesa a la que RIU encargó las cocinas del Riu Taino, y lo demás, ya es historia de RIU.
Riu Taino, Riu Naiboa, Riu Palace Macao en Punta Cana para luego empezar a ampliar a más y más destinos. Puerto Plata también en Dominicana para luego saltar a Cuba, Orlando, Jamaica y por supuesto México también. “Recuerdo aquel primer viaje a Yucatán con Pedro Ros, Isabel, Luis y yo. Y cómo después del primer hotel empezó de verdad la expansión en México con los hoteles primero de Playa del Carmen y luego en Cancún, Vallarta, Los Cabos, Mazatlán… en México tenemos muchos grandes recuerdos y colaboradores”, comenta Sanchís.
La figura de Sanchís era indispensable en la obra. Hasta que se incorporó él, teníamos arquitecto, capataces y técnicos, pero yo necesitaba un mando superior. Alguien que tuviera las dotes de mando y organizativas necesarias, pero también el conocimiento mecánico y técnico que permitiera supervisar los trabajos, entender procesos y necesidades y completar los equipos con los perfiles precisos para llevar a buen puerto todas las obras.
“Cada proyecto, una nueva misión”: del Caribe y México a América del Norte
José María dice que no puede escoger un hotel o un proyecto favorito. “Todos se parecen y cada uno tiene sus particularidades que lo hacen único. Pero no puedo escoger un favorito. Me gusta mucho trabajar en México porque los equipos son muy estables, llevan muchos años con nosotros y eso facilita mucho el trabajo. Allí tenemos al arquitecto Eduardo Vadillo, que es muy bueno y tiene una gran capacidad para hacer de bisagra entre las exigencias de RIU y el trabajo diario en la obra. Y por supuesto también hay que mencionar a Xochitl Crespo. A ella ya la apreciaba mucho doña Pilar”, dice Sanchís. Y sí, mi madre me decía: “Luis, no pierdas a Xochitl, que es muy buena. Hace un trabajo excelente y quita mucha faena de obra a Housekeeping cuando reciben las habitaciones en las obras”. Y eso es clave para abrir en tiempo.
“No hay un hotel favorito porque cada nuevo proyecto es una nueva misión y mi cometido es abrir en tiempo y forma, sorteando las sorpresas y dificultades que surgen por el camino, que siempre las hay”, asegura José María.
Desde luego tiene razón, no hay más que recordar la apertura del primer hotel en Nueva York. La burocracia y la permisología nos pillaron a todos con el paso cambiado, tan acostumbrados como estábamos a construir en destinos hispanos de playa. “Menos mal que tenemos al ingeniero Jaime Palmer, que con su conocimiento técnico, del idioma y gracias a su carácter (flema inglesa la llaman, ¿no?) nos ha ayudado a entender y a navegar por los procesos y los tiempos anglosajones”, recuerda agradecido Sanchís. Y es que Jaime ha sido clave en Nueva York, pero también en Londres, Chicago o Toronto.
A mí me gusta tener siempre arquitectos, ingenieros civiles e ingenieros mecánicos o eléctricos y en todo América tenemos ya un buen equipo formado. Las cabezas de las cuatro zonas son Vadillo en México; Palmer en Estados Unidos, Amaurys en Jamaica y Carles Homs en Senegal (sí, además de América, Sanchís supervisó la construcción en Senegal). Y con ellos hay grandes profesionales como Xochitl e Israel en México, o Junin Oleo en Punta Cana.
Tándem Sanchís-Luis Riu: los mejores en resolución de problemas
Si hay algo cierto sobre Sanchís es que trabajar con él es quedarse tranquilo. Sé con toda seguridad que lo que le pidas se hará. Hace muchos años que tiene mi total confianza y es responsable de presupuestos multimillonarios. Y a la vez, hay algo que no se puede esconder de él, que es la dureza de su carácter. Cualquiera que conozca a Sanchís sabe de lo que hablo. Yo ya estoy acostumbrado, pero aun así todavía hay veces que le digo que viviría más y más feliz si se enfadara menos. “Pero es que yo vengo así de serie. No me ha hecho así el tiempo o la obra. Soy así de siempre”, se defiende él.
A veces tenemos broncas serias. Los dos tenemos opinión, experiencia y carácter. Pero en lugar de explotar todo por los aires pesa más la complementariedad. Somos muy rápidos tomando decisiones. “Somos los mejores en resolver problemas. En lugar de pensar durante 72 horas, somos más de actuar en 20 minutos. Y es que la marcha de la obra y todas las personas que están trabajando en ella son más importantes que nuestros enfados”, explica Sanchís. Y esto es muy cierto.
“Trabajar con Luis Riu es estar todo el día pendiente de la última que va a inventar. ¡Parece mentira! Es rapidísimo y muy exigente. No seré el primero en decir que lo quiere todo para ya. Yo estoy acostumbrado y la verdad, si él apuesta por ti y tú aceptas, has de ir con todo”, dice Sanchís de mí.
Dicen los expertos que la estrategia predominante ahora entre los hoteleros de optar por el management frente a la propiedad de los hoteles es una cuestión financiera, de agilidad y de centrarse en lo que uno sabe hacer mejor, que en principio es gestionar con tus estándares de calidad y servicio. Yo no digo que esto no sea cierto, pero también lo es que construir tus propios hoteles es una enorme responsabilidad y que dar seguimiento a la obra con el nivel de implicación que asumimos desde RIU puede ser fuente de angustia casi diaria. Soy de los pocos hoteleros que mantienen esta tradición. Sigo creyendo firmemente que diseñar y construir nuestros hoteles para ampliar nuestra cartera hotelera es una de las claves del éxito de nuestro modelo. Pero también reconozco que hacerlo sin una persona como Sanchís en el terreno, alguien que tiene mi total confianza desde hace 33 años, no hubiera sido posible.
*Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Luis Riu, CEO de RIU Hotels & Resorts, y se reproduce con su consentimiento.
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