El turismo con animales se ha popularizado como una experiencia única para los viajeros, especialmente en la era de las redes sociales. Actividades como montar elefantes, posar con tigres o nadar con delfines generan fotos atractivas y recuerdos memorables. Sin embargo, detrás de ellas muchas veces se ocultan prácticas de explotación que afectan gravemente a la fauna.
Elefantes o tigres son entrenados mediante métodos crueles, mientras que delfines y otros animales marinos sufren en instalaciones artificiales que no cubren sus necesidades básicas. Estas condiciones generan estrés, sufrimiento y una vida muy alejada de su comportamiento natural.
Gran parte de esta problemática se perpetúa porque los turistas, en su mayoría bien intencionados, no son conscientes del impacto negativo de sus decisiones. La demanda de este tipo de atracciones, alimentada por publicaciones en redes sociales, impulsa a muchas empresas a continuar con estas prácticas perjudiciales.
Frente a este problema, el turismo ético surge como una alternativa para disfrutar de la fauna sin causar daño. Santuarios certificados, reservas naturales y proyectos de conservación ofrecen experiencias responsables, donde los animales no son explotados y viven en entornos que respetan su bienestar.
Por ejemplo, en lugar de montar elefantes, los viajeros pueden visitarlos en santuarios libres de explotación. En lugar de espectáculos forzados, pueden optar por actividades de observación respetuosa en hábitats naturales.
La clave para frenar la sobreexposición animal en los viajes es la educación. Informarse sobre el impacto de las actividades con animales, evitar atracciones que promuevan el contacto directo o comportamientos antinaturales, y priorizar operadores turísticos responsables son pasos esenciales para cambiar esta realidad.
Además, las redes sociales pueden ser una herramienta para promover el turismo responsable. Compartir imágenes que reflejen respeto por la fauna y denunciar prácticas abusivas puede inspirar a otros a tomar decisiones más conscientes.
Proteger a los animales en el turismo no es solo una cuestión ética, sino una responsabilidad de todos: viajeros, operadores turísticos y legisladores. Elegir experiencias que prioricen el bienestar animal garantiza que las futuras generaciones puedan disfrutar de la fauna en su estado más puro: libre y en su hábitat natural.
Viajar debe ser una oportunidad para aprender, valorar y proteger, no para explotar. La conexión con los animales es más significativa cuando se respeta su libertad y se aprecia su papel en la naturaleza.
*Ricardo Zapata García es Técnico y especialista en Turismo