España y Europa han declarado la guerra a la masificación turística. La batalla se traduce en un amplio listado de tasas, prohibiciones y sanciones. Medidas diversas cuyo objetivo es controlar la afluencia de visitantes y preservar el patrimonio cultural y ambiental; sin embargo, no siempre son acertadas y suelen ser polémicas.
Estas contribuciones obligatorias, que se aplican por cada noche de estancia en hoteles o apartamentos o a cruceristas, tienen un importe varía según la región y el tipo de alojamiento. En España ya están vigentes en Cataluña y Baleares, y se encuentran en estudio en otras ciudades como Santiago de Compostela y A Coruña. Son el recurso más común para luchar contra la masificación turística, también la medida más tópica. Y por eso no siempre es la más eficaz o tiene sentido.
Por ejemplo, en Venecia (Italia), al comprobar que la tasa hotelera incentivaba a los turistas a alojarse en establecimientos más alejados sin reducir la afluencia masiva, optaron por cobrar entrada de acceso a la ciudad en ciertos meses y franjas horarias. Ámsterdam (Países Bajos), por su parte, ha implementado diversas estrategias para disuadir visitantes, como la tasa más alta de Europa, cupos de entrada a determinadas zonas, más impuestos aéreos, moratoria hotelera y sanciones severas por consumo de alcohol y drogas. Además, penaliza comportamientos incívicos.
Medidas similares se han adoptado en otros lugares: en algunas playas de Portugal hay multas por hacer ruido; en Dubrovnik (Croacia), quienes lleven maletas con ruedas por el centro deben cargarlas en lugar de arrastrarlas para evitar contaminación acústica…
No hay duda de que esta tendencia acaba de empezar y que, en algunas ciudades, es comprensible. Los problemas derivados de la masificación turística aumentan: generación excesiva de basura, contaminación, inseguridad, incremento de los precios del alquiler residencial, y de los restaurantes, gentrificación y pérdida de calidad de vida.
¿Las tasas resuelven los problemas?
La clave no es solo aplicar las tasas, sino gestionar eficientemente esos ingresos para que reviertan en la mejora del destino y en proyectos que beneficien al sector. Es fundamental evitar que el dinero acabe en una caja común y se destine a otros fines. Tengamos en cuenta que, si las tasas turísticas oscilan entre 1 y 2,5 euros por persona y por noche, en ciudades como A Coruña o Santiago la recaudación podría superar los tres millones de euros anuales.
Argumentos a favor de las tasas turísticas
- Reparto equitativo de costes: Bien gestionadas, las tasas permiten distribuir los gastos derivados del turismo y mejorar el destino.
- Control de la masificación: En destinos saturados, el desembolso adicional puede disuadir a ciertos perfiles de turistas.
- Ejemplo internacional: Ciudades como Berlín, París, Lisboa, Suiza y Praga han aplicado tasas con éxito.
Argumentos en contra
- Impacto negativo en el turismo: Puede reducir la llegada de visitantes, afectando a negocios y empleos del sector, como alojamientos y restauración. También podría desviar turistas a municipios cercanos sin gravamen, que luego visitan el destino principal sin contribuir económicamente.
- Mayor burocracia: Su gestión puede ser compleja, especialmente para pequeños alojamientos con menos recursos.
Claves para una aplicación eficaz
- Uso transparente de los ingresos: Es crucial detallar en qué se gastará el dinero recaudado (infraestructuras, sostenibilidad, promoción, etc.) y contar con la validación del sector.
- Exenciones: En algunas regiones, los turistas que pernoctan más de seis noches quedan exentos a partir de la séptima. También pueden aplicarse descuentos por largas estancias, así como tarifas especiales para locales, familias o jubilados.
- Aplicación diferenciada: No todos los municipios enfrentan problemas de saturación; por ello, la tasa debería imponerse solo en destinos con alta demanda turística.
¿Cómo se aplica en otros lugares?
- España: Cataluña y Baleares ya cuentan con tasas turísticas. En Cataluña varía según el tipo de alojamiento, mientras que en Baleares es una tarifa fija con incrementos en temporada alta.
- Italia: Ciudades como Roma y Florencia aplican tasas según la categoría del hotel. Venecia cobra por el acceso a la ciudad.
- Francia: En París y otras regiones, la tasa se calcula según el tipo de alojamiento.
- Portugal: Lisboa y Oporto tienen una tasa fija por noche.
- Suecia: Eliminó en 2018 su impuesto sobre vuelos para mejorar la conectividad con destinos vacacionales como España.
Reflexión final
Es un tema complejo y depende de cada destino. Para una industria tan importante en España, que representa un 12,4 % del PIB, las decisiones deben tomarse con criterios técnicos, no políticos. Es esencial evaluar los efectos y garantizar que el objetivo sea mejorar la calidad de vida de residentes y visitantes.
*Nani Arenas es periodista y consultora en comunicación para marcas y destinos turísticos.