El turismo ha transformado las costas españolas. En algunas el impacto ha sido importante, como en el sur de Tenerife, donde los principales ayuntamientos como San Miguel de Abona, Arona, Adeje y Guía de Isora cuentan en total con más de 200 mil habitantes censados. La mitad son extranjeros y 50 mil proceden del resto de España. Más del 60% trabaja en el turismo.
El espectacular crecimiento tuvo lugar a partir de los años sesenta, cuando ya Benidorm, Torremolinos y Mallorca eran destinos conocidos internacionalmente y se acelera en la siguiente década con el abaratamiento de los vuelos chárter —a pesar del alto precio del combustible— desde el norte de Europa.
Los nativos vivían en el interior. De hecho, los edificios administrativos se encuentran en las zonas altas de entre 500 y 600 metros de altitud, mientras que las zonas medias estaban y están ocupadas por la agricultura. La franja costera, con difíciles comunicaciones y orografía abrupta, tenía poca utilidad. No había playas de calidad internacional.
La llegada a Tenerife en 1965 desde Barcelona de Rafael Puig y de su hijo Santiago supuso un cambio de paradigma. Fueron los primeros en ver las posibilidades turísticas del Sur de la isla y desarrollaron Playa de las Américas. Al mismo tiempo en Alemania se aprobó la “ley Strauss” que eximía de impuestos la compra de terrenos y apartamentos en España como ayuda al subdesarrollo. Se mejoraron las playas, incluso se hicieron playas artificiales con arena traída del Sahara. El nuevo lobby del sur logró la construcción de la Autopista inaugurada en 1975 y en el 78 la del aeropuerto Reina Sofía, tras el terrible accidente el año anterior en el aeropuerto de Los Rodeos.
En toda esa costa lo único habitado era la cala y el puerto de Los Cristianos, para la exportación de los productos locales. Aparece en documentos oficiales desde la época de la conquista castellana. Hoy en día comunica con líneas regulares con las Islas de La Gomera, El Hierro y La Palma.
Los primeros en explotar las bondades del clima y del agua marina fueron los suecos, cuya Seguridad Social financió a comienzos de los sesenta la creación de la Casa de Suecia y más tarde el Hospital Vintersol, para que sus ciudadanos con dolencias como la artritis o la esclerosis múltiple pudieran pasar unas semanas recuperándose. Después vinieron los ingleses, los alemanes y los peninsulares. Los últimos en llegar y en abundancia, han sido los italianos. En total, unos cinco millones de turistas visitaron la zona en 2019.
Para atender a una demanda creciente se han ido construyendo hoteles y apartamentos. La oferta turística está concentrada en Arona y en menor medida en Adeje, aunque recientemente también se ha desarrollado Guía de Isora. El gran crecimiento hotelero se debe no solo a la inversión y explotación de entidades locales, sino también a la llegada de los hoteleros mallorquines que encontraron aquí un magnífico lugar donde reinvertir sus excedentes con la garantía de una temporada que puede durar todo el año.
En Arona el más poblado de los municipios del Sur, predominan las grandes construcciones: hoteles o complejos de apartamentos que, en algunos casos, superan las mil habitaciones gestionadas con gran eficiencia a precios competitivos, como es el caso de complejo turístico Parque Santiago o del hotel Hard Rock Café. Lo mismo ocurre con los restaurantes. Su éxito se basa en la alta ocupación anual. Es un modelo que se inicia en los años setenta y que dura hasta hoy.
En noviembre de 1993 se inauguró en Adeje el hotel Bahía del Duque, el primer hotel de lujo vacacional en Canarias en el que la familia Zamorano, que hizo su fortuna con el tabaco, vio la oportunidad de lograr un nuevo tipo de turista, dispuesto a gastar mucho más, pero exigiendo un producto nuevo. Desde su inauguración, el Bahía del Duque ha sido el modelo en el que se han mirado los que querían seguir el camino del turismo de lujo. Después vinieron los demás hasta convertir a Adeje en la mayor concentración en España de hoteles vacacionales de cinco estrellas.
El modelo se ha extendido hasta Guía de Isora con el Abama, hoy gestionado por Ritz Carlton y el Gran Meliá Palacio de Isora. Y hasta algunos de los mejores chefs de España con varias estrellas Michelin se han puesto al frente de los restaurantes de estos hoteles como complemento del turismo de lujo.
En general las familias disfrutan del buen tiempo tranquilamente o llevan a sus hijos al Siam Park considerado uno de los mejores parques acuáticos del mundo, pero los que desean actividades tienen donde elegir, desde el golf a las excursiones al vecino e impresionante Teide, pasando por el senderismo, el submarinismo o el avistamiento de cetáceos.
Mención aparte merecen los surferos, que no son turistas, sino que dedican todo su tiempo a la busca de la ola y a surfearla cuando la encuentran en zonas como El Médano o la costa de Arona. A ellos les da igual el sur de Tenerife que Tarifa o Brasil.
*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).