Podríamos afirmar rotundamente que la pandemia de la Covid-19 ha sido como sentir el paso y el peso de un auténtico huracán por encima del sector turístico. Cierre de fronteras, cancelaciones, protocolos y reaperturas que traían consigo un rayo de luz al final del túnel. Pero también podríamos afirmar que, ante la adversidad y la incertidumbre, no sirven los suspiros, sino las ganas y la ilusión de dar más, de sentir más y de vivir más. Y Tenerife, la isla de las mil caras, siempre es capaz de darte más. El contexto nos obligó a parar los motores, a detener el tiempo y a despedirnos con un hasta pronto, pero nuestras ideas nunca han dejado de fluir, de ir y venir.
Nos ha tocado vivir la transformación del modelo turístico a un ritmo vertiginoso en el que no había tiempo para las dudas, solo para las decisiones. El viajero tiene unas necesidades completamente diferentes a lo que habíamos soñado y entran en juego peticiones que rara vez habían estado sobre la mesa como, por ejemplo, la seguridad del destino. Quiere olvidarse de lo que fue su hogar, su calle e incluso su parque en pleno confinamiento, aunque sea por un par de días, pero no ha llegado a olvidar sus ganas de viajar, de descubrir mundo e incluso de repetir la experiencia del verano pasado, ¿por qué no?
Desde Tenerife somos conscientes de las ganas de volver a disfrutar de los atractivos naturales, gastronómicos y climáticos propios de la isla y por ello, nuestros protocolos y medidas de seguridad frente a la Covid-19 se han convertido en una experiencia turística que cuenta con todos los avales para vivir la isla sin pensar en nada más. Y no solo eso, sino que creemos que es un momento decisivo para mejorar nuestro posicionamiento turístico como destino inteligente por medio de la digitalización y la sostenibilidad. En definitiva, como un sinónimo de futuro y renovación para la isla.
Pero más allá de la seguridad, hay ciertos factores que permanecen indemnes al paso del tiempo, e incluso al paso del huracán, como es la exclusividad del destino. Este año, más que nunca, hemos optado por la riqueza de un paraíso cercano que, a poco más de dos horas de la península, nos hace estar cerca aun sintiéndonos muy lejos. Un enclave único para saciar las ganas de exotismo y contrastes, con playas y atardeceres infinitos y una gastronomía única de altísimo nivel que ya tiene la mesa puesta para deleitarnos con sus productos autóctonos.
Y para completar este viaje de ensueño, también buscamos la serenidad del destino. La posibilidad de adentrarte en uno de los enclaves rurales y paisajísticos más bonitos del mundo y sentir que no está pasando nada ahí fuera. Un refugio en el que desconectar de la realidad y recuperar energía. La suma de todos estos factores, sin duda, está en Tenerife. Nosotros lo tenemos todo preparado. Brazos abiertos, persianas levantadas y los nervios a flor de piel para impulsar cuanto antes la recuperación del sector.
*David Pérez es consejero delegado de Turismo de Tenerife