El tsunami económico por la guerra de Ucrania rodea a la industria turística.
La guerra ha provocado un repunte de las cancelaciones, aunque las nuevas reservas superan a estas y el saldo sigue siendo positivo, destacan desde Exceltur. Eso sí, ha puesto en alerta uno de los negocios más castigados por la crisis de la covid —en el 2021 el turismo facturó 66.000 millones menos que en el 2019—.
El impacto económico del conflicto bélico preocupa especialmente.
El encarecimiento del combustible añade si cabe más presión a las aerolíneas, que arrastran pérdidas milmillonarias los últimos dos años. El fuel supone el 30% de sus costes, y el peso no para de crecer: solo de agosto del 2021 a marzo del 2022, el queroseno ha subido lo mismo que entre el año 2000 y el 2021.
Algunas aerolíneas ya han avisado de que subirán precios por el encarecimiento del combustible. Viajar será, pues, más caro. El aumento del precio del combustible va a afectar a todos los vuelos.
Además de las compañías aéreas, el resto de la cadena turística tiene el reto también de gestionar la inflación, con un incremento del coste de las materias primas imparable. Solo tienen dos opciones: o lo trasladan al precio final, con lo que se arriesgan a perder clientes, o reducen sus márgenes, ya muy dañados tras la pandemia.
*Jorge Hodgson Golding es socio director de JH Asesores Financieros & Bancarios