Opinión
El chef del siglo XXI
El líder, el chef, el jefe departamental tiene que llevar en la sangre las ganas de servir, de servir no solo a los clientes, sino también a los que te rodean
Estos últimos 4 años me he dado cuenta de lo difícil que puede ser manejar a un equipo humano de trabajo para algunas personas. Desgraciadamente, cada día me encuentro con más entre los grupos de trabajo que me toca liderar, me explico:
En la actualidad, viajando por toda Europa por motivos de trabajo, veo y colaboro con varios chefs al mismo tiempo y cada uno en su unidad de venta. Cuando los ves fuera de la cocina, con su chaquetilla de chef impoluta y bordada para que se vea bien su nombre y cargo que representa, piensas "¡Vamos allá!" Pero detrás de esos chefs hay un equipo de personas, con distintos caracteres, distintas nacionalidades, con culturas diferentes, donde una broma para uno de ellos, puede ser una ofensa para otro; donde el inglés es el idioma oficial pero en momentos determinados se pueden hablar hasta 6 idiomas distintos en un mismo lugar, dependiendo de cómo esté el ambiente; donde el tono de voz puede ser entendido para unos como algo sin mayor importancia y como un acto de humillación para otros si no está a un nivel de decibelios adecuado -y hablo solo del tono de voz, no del contenido-; donde cada uno de los miembros del equipo puede interceder en cambiar el ambiente de un grupo de personas a positivo o negativo, sin que el chef ni siquiera se dé cuenta; donde cada uno de ellos interpreta a su manera cualquier instrucción y pierden más tiempo en analizar el “porqué” que en ponerla en marcha; donde cada uno de ellos entiende cómo debería gestionarse una cocina, pero no tienen el poder ni la categoría jerárquica; donde cada uno de ellos tiene su opinión sobre la forma de gestionar del chef y normalmente, el que peores intenciones tiene, suele contaminar al resto sin que nadie se dé cuenta de donde viene el problema y todos acaban odiando al chef y su forma de hacer las cosas.
Al final, acabas viendo a un chef derrotado, que no sabe explicar qué pasa, que no entiende porqué le está pasando esto, que normalmente suele culpar a su propio equipo de trabajo de los males que ocurren en la cocina y es ahí cuando me doy cuenta de que seguimos haciendo las cosas mal.
Recuerdo mis inicios en esta profesión, al Chef no se le podía ni toser, siempre fue una autoridad en todos los sentidos y lo que él decía, al margen de su tono de voz, era palabra de Dios. Los tiempos han cambiado y eso ya no ocurre más que en casos determinados. Hoy por hoy, no basta con saber del oficio, no basta con ponerse una chaquetilla con tu nombre bordado y la categoría que representas. El chef debe saber manejar otras herramientas a parte de las ollas y las sartenes y saber interpretar la foto general de cualquier equipo de trabajo al margen de lo gastronómico y, evidentemente, esto es trasladable a cualquier área o departamento vinculado a la hospitalidad en general.
Continuando con la cocina, es fundamental para el buen desarrollo de un equipo de trabajo tener a un chef que esté pendiente de sus cocineros, como grupo y a nivel individual. Nunca sabemos lo que cualquiera de nuestros miembros de cocina puede estar pasando a nivel personal si no hacemos nada por conocerlos, por ver y analizar cuáles son sus puntos fuertes y débiles y hacer lo posible para potenciar su lado positivo.
El conjunto del grupo no puede funcionar teniendo a un empleado preferido y dejando de lado a quien no acaba de comulgar con el resto. El chef del siglo XXl tiene que ser un perfil que busque la excelencia de su grupo de trabajo por encima de la excelencia personal; debe saber y tener la capacidad de ver el futuro dependiendo de la filosofía de trabajo que quiera imponer y de ver a corto, medio y largo plazo la foto general del resultado que quiere obtener y, evidentemente, los resultados que la compañía que representa le va a exigir. Debe saber distinguir lo personal de lo profesional y saber escuchar críticas, para reírse de ellas o para mejorar, pero tiene que escucharlas.
El ser chef de cocina, no es solo dar órdenes, no solo es esperar a que se cumplan sin más, no es solo pensar en los resultados sin trabajar el viaje para conseguir los objetivos que nos marcamos o que nos marcan, no hay nombre propio, sino que hay infinidad de nombres que, de alguna manera, intervienen en tus resultados finales en mayor o menor porcentaje, de no ser así la vida no sería emocionante.
Desgraciadamente para unos y por suerte para otros, nuestra vida profesional depende en gran medida de la gente que te rodea y basándose en la responsabilidad que tú tienes con ellos conseguirás mejores o peores resultados, es la rueda de la vida, una rueda que no todos son capaces de disfrutar por el mero hecho de tener un alto ego que al final acaba cegando todo lo que te rodea.
En los tiempos que corren, más que nunca el líder, el chef, el jefe departamental tiene que llevar en la sangre las ganas de servir, de servir no solo a los clientes, sino también a los que te rodean.
Somos servidores de la vida, servidores de positividad ante los malos momentos, somos servidores de valores, de maneras de actuar y servidores de soluciones ante cualquier imprevisto o error, al margen de quien lo cometa; servidores y gestores de ambientes que harán que las emociones de los demás cambien de manera positiva o negativa en relación con tus decisiones y tus actos para con ellos, estamos obligados a hacer siempre lo correcto, pero no para nosotros, sino para los demás.
Nunca te equivocarás si siempre haces lo correcto.
A pesar de esta ola actual de “coaches” o de “iluminados” que salen hasta de debajo de las piedras y que te aseguran que son capaces de cambiar tu vida y que te van a ayudar a ser un buen líder a cambio de unos cuantos euros, no nos dejemos engañar, te pueden dar ciertas pautas de actuación a la hora de gestionar tu departamento, pero lo que está claro, es que no puedes cambiar la forma de ser de las personas, ni el carácter, ni la forma de ver a los demás; eso viene de fábrica, viene de la educación que has recibido, especialmente de los valores que en tu casa te han inculcado y que con el tiempo te has dado cuenta de que no hay otra vía más, que la vía de hacer siempre lo correcto. En tu vida personal y profesional, no hay otra más que esa.
Se habla mucho de que un líder debe ser buena persona y así es, no hay otra manera de verlo y no hay otra alternativa para gestionar equipos de trabajo, ni objetivos generales, pero que Dios nos coja confesados a todos, si todo el que no mira por las personas que lo rodean, es mala persona.
Yo creo firmemente, y más que nunca, que no hay malas personas a nuestro alrededor. Lo que si tenemos es personas desmotivadas que actúan negativamente contra los jefes o contra los responsables que no cuidan o ayudan dentro del contexto laboral a que los empleados estén felices y motivados... No hay más… y la responsabilidad de que los márgenes de rotación o fluctuación de personal al cabo de año sea mayor o menor, viene por orden jerárquico, desde el más grande hasta el que no tiene culpa y siempre sale perjudicado, el empleado de línea. El mundo al revés… las empresas deberían empezar a despedir desde arriba hacia abajo por incapacidad de dirigir una empresa o compañía sin los medios y filosofía adecuada que gestione el buen hacer de las personas. La motivación no tiene nada que ver con animar en un momento determinado a un empleado, ese empleado espera mucho más de nosotros, espera un contexto de trabajo digno, un jefe digno, flexible en algunos casos, respeto, objetivos claros y tangibles y una formación adecuada en base a lo que la empresa quiere de él. ¿Pero qué pasa si el chef no está preparado para eso? ¡Sencillo! Las ostias van en todas direcciones especialmente hacia abajo, es mucho más fácil y sencillo decir este cocinero no me vale, que trabajar con él para cambiar esa impresión. Vivimos en una sociedad donde el que más poder tiene siempre sale victorioso y el que está por debajo nunca tiene ninguna oportunidad. Quizás es el momento de reflexionar y empezar a cambiar las cosas.
Todo cambiará cuando el chef, el jefe o el líder se dé cuenta, que año tras año, empleo tras empleo y equipo tras equipo que le toca gestionar, sigue teniendo los mismos y nefastos resultados y experiencias.
Para tener éxito no se puede hacer siempre lo mismo, ya que de ahí siempre tendrás los mismos resultados -lo dijo Einstein-, hay que ser conscientes también de los puntos débiles que tenemos para actuar y que, por cambiar positivamente, de mentalidad, de estrategia, de filosofía para con los demás, nadie te va a quitar el cargo, es más, solo así podrás conseguir todo lo que te propongas… Sirviendo siempre positivamente a los que te rodean.
Víctor Rocha López es Corporate Chef F&B Culinary trainer. Autor del libro 'El humo que todo lo quema'.
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