“Se vende cenote”. Esta se ha convertido en una de las frases más leídas a lo largo de la Península de Yucatán, en México. Solo en esta península se pueden encontrar entre 7.000 y 8.000 cenotes, según las estimaciones de los expertos, formando la denominada Reserva Hidrológica del Anillo de Cenotes de Yucatán.

Los cenotes son grandes cuevas llenas de agua —dulce y turquesa— con una apertura superior desde la que se puede acceder para el baño. Esta red de acuíferos subterráneos era sagrada para los antiguos pueblos mayas, que la consideraban un canal de conexión con los dioses. Hoy, algunos propietarios de terrenos en los que se ubican los cenotes, los ponen en venta ante la incapacidad de mantenerlos o explotarlos turísticamente.

Filiberto Pech, un ciudadano mexicano cuyo padre era propietario de un terreno en el que se ubicaba un cenote, ha contado al diario El País que el pasado año vendió el suyo por 500.000 pesos mexicanos (más de 21.000 euros) porque “no disponían del capital para mantener la escalera ni para construir la caseta necesaria para cobrar la entrada”.

En este sentido, Pech opina que “si alguien con dinero lo compra (el cenote) y lo tiene bonito, es bueno para el pueblo porque genera trabajo” y pone el ejemplo de su hija, que ha conseguido un empleo en un restaurante ubicado junto al cenote que un empresario compró por un millón de pesos.

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En cuanto al aspecto legal, el departamento de Conservación Ambiental de la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Yucatán establece que no existe una ley específica para la compra-venta de terrenos con entrada a acuíferos, simplemente está prohibido construir encima de ellos y los nuevos propietarios deben comprometerse a mantenerlo libre de contaminación y a declarar a las autoridades los restos arqueológicos mayas que puedan encontrarse.

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