Las organizaciones ecologistas siguen poniendo trabas al nuevo aeropuerto de Lisboa (Portugal). El proyecto consiste en ampliar la base militar aérea ubicada en el estuario del Tajo, en la localidad de Montijo, donde habitan diferentes animales protegidos por tratados internacionales.
Según ha informado El País, las organizaciones ecologistas Zero; ProTejo; Sociedad Portuguesa para el Estudio de las Aves; Rocha; GEOTA; Fondo para la Protección de los Animales Salvajes; y Liga para la Protección de la Naturaleza han denunciado el estudio ambiental que da vía libre al nuevo aeródromo. Los partidos políticos PC, Los Verdes y PAN también se han mostrado contrarios a esta iniciativa.
En el caso de que el proyecto salga adelante, el nuevo aeropuerto abriría sus puertas en 2023. Lo cierto es que a la capital lusa le urge una nueva terminal que ayude a descongestionar el aeropuerto Humberto Delgado de Lisboa, ubicado a 24 kilómetros de distancia de la base militar aérea de Montijo, al otro lado del Tajo.
De acuerdo con Francisco Pita, administrador de Aeropuertos de Portugal (ANA), el citado aeródromo está “agotado”. Las previsiones en 2008, por ejemplo, indicaban que la terminal recibiría 19 millones de pasajeros en 2018, cuando en realidad acogió a 10 millones más. Este año se estima que superará los 30 millones.
Este escenario ha puesto de acuerdo a todas las formaciones políticas, que coinciden en que es necesario un nuevo aeródromo. Sin embargo, no todos aprueban la solución propuesta por el Gobierno de António Costa, considerada la más económica y rápida.
Y es que la ampliación de la base aérea de Montijo implica construir sobre un arenal en las marismas del Tajo, el mayor humedal del país y uno de los más importantes del viejo continente en lo que a protección de aves acuáticas se refiere. De hecho, el citado estudio ambiental reconoce el impacto sobre la fauna, aunque contempla medidas para minimizarlo.
Cabe destacar que con la nueva terminal se espera duplicar el tráfico de pasajeros de 30 a 60 millones. La organización Zero denunció el plan ambiental citado porque no contempla los niveles de gases de efecto invernadero que provocaría este incremento, el cual es “una visión completamente contraria a la sostenibilidad del planeta”, aseveró su presidente, Francisco Ferreira.
La concesionaria de los aeropuertos portugueses desde 2012, Vinci, será la responsable de costear el proyecto, cuyo presupuesto asciende a 1.150 millones de euros hasta 2028. De estos, 500 millones se destinarán a la adaptación de Montijo; 156 a las obras de acceso y el resto a la modernización de Humberto Delgado. La implementación de las medidas para reducir el impacto ambiental en Montijo se cifra en 100 millones de euros.
Otro problema que amenaza al nuevo aeropuerto es la subida del nivel del mar, algo que complica las obras. Y es que de no modificarse el proyecto original del aeródromo, una de sus pistas se vería inundada por las mareas. Lo cierto es que el Gobierno luso le otorga una vida máxima de cuatro décadas a la terminal de Montijo. Si finalmente este proyecto no sale adelante, la elección de otra alternativa supondrá un retraso de 10 años, para que Lisboa cuente con otro aeródromo que ayude a descongestionar Humberto Delgado.