El Gobierno de Italia está planeando la creación de dos nuevos impuestos que, en caso de aprobarse definitivamente, tendrán un fuerte impacto en la industria turística.
Según informa El Economista, el ejecutivo transalpino quiere recaudar 1.500 millones de euros al año mediante la creación de un gravamen sobre la bollería industrial y las bebidas azucaradas y otro sobre los billetes de avión.
Lorenzo Fioramonti, ministro de Educación y propulsor del proyecto, explica que mediante la imposición sobre el azúcar protegerán la salud de los niños, mientras que gravando los vuelos lograrán contrarrestar su factor contaminante. Su objetivo es que lo recaudado se destine a investigación y educación.
Ayuda a Alitalia
La propuesta del gobierno italiano no ha sido bien recibida ni por consumidores ni por empresarios.
La asociación de consumidores Codacons ha rechazado la imposición de un nuevo tributo sobre los viajes de avión: “Ya se aplican una serie de gravámenes aeroportuarios, de seguridad, municipales y comisiones, que en muchos casos elevan el precio del billete en un 40%", relata Carlo Rienzi, presidente de la asociación.
Por su parte, Serena Sileoni, vicedirectora general del Instituto Bruno Leonise apunta a que este tributo podría estar pensado para ayudar a la aerolínea Alitalia, que se encuentra en administración concursal desde mayo de 2017: "Alitalia siempre ha sido una empresa que ha tenido que ser ayudada por los consumidores, incluso cuando ha sido privatizada".
Encarecimiento del desayuno en el hotel
La asociación de consumidores Codacons cree que el impuesto sobre el azúcar aumentaría el gasto de las familias en “58 euros más por año” y consideran que su efecto disuasorio sería mínimo”. Además, defiende que perjudicará a las “pequeñas y medianas empresas” del sector alimentario.
Assobibe, asociación que agrupa a las empresas de refrescos del país, estima que en caso de aplicarse la tasa se producirá una contracción del 30% en las ventas. David Dabiankov, presidente de la entidad incide en que "en Italia, la presión fiscal ya es muy alta" y el sector de las bebidas refrescantes "tiene un impuesto sobre el valor añadido (IVA) del 22%, por lo que una penalización adicional sería demoledora".
Este tipo de impuesto supondrá un golpe al sector turístico y hostelero y es que los restaurantes tendrán que incrementar precios o asumir la subida y los hoteles verán crecer sus gastos tanto en la adquisición de bollería para los desayunos como para los refrescos servidos en la comida y en los combinados.