La misma batalla que se lleva a cabo en ciudades como Venecia, Barcelona y Ámsterdam para frenar la “contaminación turística”, se libra ahora en Kioto (Japón).

Las personas que viven cerca de los puntos turísticos más visitados se han dado cuenta de que la avalancha de visitantes es un arma de doble filo. Peter MacIntosh, organizador de paseos turísticos y noches de geishas, explica que “cuando había pocos turistas, la gente se quejaba y ahora que hay muchos, no están preparados para recibirlos. Si es así ahora, ¿cómo será cuando se acerquen los Juegos Olímpicos?, recalca”.

Los habitantes de Kioto se quejan de que el creciente número de visitantes ha colapsado, por ejemplo, el sistema de transporte y los restaurantes, y que genera un bullicio que arruina el miyabi de la ciudad, la atmósfera refinada que justamente es lo que atrae a la gente a visitar esta urbe nipona.

Según informa El Diario, la relación cada vez más tensa entre los turistas y sus anfitriones japoneses se ha trasladado al mercado de alquileres turísticos. Después de que entrara en vigor una nueva ley que obliga a los anfitriones a registrar sus viviendas para poder alquilarlas legalmente a través de Airbnb y otras plataformas, se ha desplomado el número de propiedades disponibles.

Japón recibió en 2017 un número récord de 28 millones de visitantes, un aumento del 250% desde 2012.