Turquía se postula como la nueva meca del turismo capilar. En el país, cada día se realizan cerca de 200 intervenciones pues sus bajos precios (se ofrecen paquetes por 3.000 euros estancia incluida) convierten al país en el destino perfecto para aquellas personas que necesitan llevar a cabo un tratamiento de estas características. 

En medio de las tensiones políticas y sociales que vive la nación, el turismo sanitario es el único que no ha decaído. En 2016, 100.000 personas visitaron el país por motivos médicos y el sector registró unas ganancias de 661 millones de euros, lo que supuso un incremento del 12%. 

Sin embargo, Ana Jiménez, secretaria general de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) ha declarado al respecto que: “En mi opinión no me parece aconsejable viajar a otro país para operarse” porque “aquí, si surge alguna complicación, el paciente puede acudir de manera inmediata al especialista pero si el tratamiento se lleva a cabo en el extranjero, ¿qué se puede hacer si surge alguna complicación?”. 

El Gobierno turco está apoyando el crecimiento del sector en el país con incentivos como el pago de la mitad de los costes de publicidad de las clínicas y las compañías de turismo médico, sus oficinas en el extranjero o los gastos de las ferias a las que acuden, según apuntan desde el centro Jimened. Además recientemente se ha inaugurado una ‘ciudad hospital’ en Mersin, al sur del país. 

Además de esto, se están tomando medidas contra las malas prácticas y las clínicas ilegales para asegurar que los tratamientos se lleven a cabo por un cirujano cualificado. Turquía quiere ofrecer una buena imagen al exterior para volver a atraer al turismo, y esta nueva tendencia podría ser el arma perfecta para conseguirlo.