Las fluctuaciones en el valor de la lira turca han provocado que las compañías turísticas y los hoteleros estén renunciando al turismo doméstico y concentrándose totalmente en el extranjero.
Entre enero y septiembre de 2018, según datos de la Agencia de Estadística de Turquía (turkstat), se registraron 66,8 millones de viajes de residentes turcos y 556,9 millones de pernoctaciones. Sin embargo, según destaca el diario Hurryet Daily News, este año es más difícil movilizar al turismo nacional debido a un cúmulo de factores que han hecho que los otomanos tengan que pagar el doble o el triple de lo que abonaban el año anterior por sus vacaciones.
El incremento de un 20% en la inflación, la devaluación de un 40% en la lira turca y el incremento del 40% en los precios hoteleros (debido al aumento de la demanda), han creado una tormenta perfecta que hace inaccesibles los complejos vacacionales para los residentes. Incluso las reservas tempranas no garantizaban un precio asequible.
Algunos lectores del citado medio han explicado que ir de vacaciones en febrero de 2018 a Belek (en Antalya) con su esposa y sus hijas durante siete noches y ocho días le costó 5.500 liras (aproximadamente 916 euros). Este año el precio subió hasta las 16.500 liras (2.748€).
Algunas fuentes de la industria turística proponen que ante estos casos, los turísticas domésticos deberían optar por viajes culturales en lugar de los paquetes todo incluido o concentrarse en los complejos vacacionales del Egeo y no en los del Mediterráneo, que son los preferidos de los extranjeros. También recomiendan viajar a otros países vecinos.