Chichiriviche de la Costa, un pueblito que se encuentra a 70 kilómetros de Caracas (Venezuela), vive del turismo. Cada día, las personas que atienden a los turistas tienen que hacer malabares para poder cobrar sus servicios, según ha publicado el diario El Mundo.

Diariamente tienen que lidiar con la falta de Internet y de dinero en efectivo, algo que se ha hecho ‘el pan nuestro de cada día’ para los venezolanos. Nancy Rodríguez, por ejemplo, tiene que navegar en su bote unos 2 kilómetros mar adentro, unas cuatro veces al día, a pasar las tarjetas de quienes comen en su kiosko. En ese lugar se capta la señal de Internet de la ciudad de Catia La Mar, a 35 km.

Nancy marca en el datáfono el número de cédula, el monto y la clave secreta de las tarjetas que le revelan sus dueños (algo impensable en cualquier otro sitio del mundo). Todo lo llevaba anotado en pequeños papeles con los que envuelve unas 13 tarjetas de crédito y débito.

El país sufre una grave escasez de alimentos, medicinas, insumos y repuestos; además, faltan billetes. Los venezolanos deben hacer largas filas y recorrer cajeros electrónicos que sólo permiten retirar 10.000 bolívares diarios, lo que cuesta una galleta. Esta situación, como sucede en Chichiriviche, también está afectando de manera visible al sector turístico.

María Victoria García, propietaria del Centro de Buceo ‘Scubatec’, abierto desde 2008, llegó a atender 500 buzos por fin de semana. "En este momento estamos con unos 100", se lamenta. Como otros negocios del pueblo, trabajan a base de confianza. Muchos clientes pagan la inmersión por transferencias bancarias cuando regresan a sus casas, uno y hasta tres días después.