Mucho se habla en los principales destinos europeos de la saturación turística que se vive en muchos de ellos, pero este es ya un problema global que alcanza, incluso, al país del Sol Naciente.

Japón ha empezado a tomar medidas para paliar la masificación que se vive en las zonas de mayor atracción turísticas, como Tokio, Osaka y Kioto, y tratar de diversificar a los viajeros por otros lares.  

Algunas de las medidas establecidas por las autoridades locales y apoyadas por el Gobierno central han sido la creación en Kioto (oeste) de un sistema de autobuses lanzadera que acerca a los visitantes hasta atracciones turísticas o promocionar regiones menos conocidas para descentralizar el turismo.

Estas iniciativas se suman a otras previas, como la prohibición de acceso a ciertas calles del barrio de geishas —cortesanas— de Kioto o la limitación del número de senderistas que pueden subir el Monte Fuji a través de su ruta más concurrida, la Yoshida, a 4.000 diarios.