A los prisioneros de la isla de Alcatraz les hubiera gustado cometer sus delitos en Arabia Saudí. La razón es muy sencilla: los muros del lujoso hotel Ritz-Carlton de Riad se han transformado en una especie de “jaula de oro” para el séquito de príncipes, magnates, ministros y altos cargos saudíes, detenidos por presunta corrupción.
Apresados por orden de Mohamed bin Salman, el Ritz-Carlton se ha convertido en el cuartel de unos interrogatorios, rodeados del más absoluto mutismo. Según datos aportados por la fiscalía general saudí, hay 201 personas arrestadas.
Fuentes de Marriott Internacional, el grupo hotelero que regenta este establecimiento de lujo, han declarado que “como parte de nuestra política, no hablamos de los huéspedes y los grupos con los que hacemos negocios, o acerca de quienes podrían encontrarse en estos momentos en el hotel”.
Entre los detenidos se encuentran el extravagante príncipe Al Waleed bin Talal (con participación en Apple, Twitter o Citigroup), y el ex ministro de la Guardia Nacional, Miteb bin Abdalá, hijo del fallecido rey Abdalá y ex candidato al trono.
La prensa local ni siquiera se ha atrevido a confirmar la transformación del cinco estrellas más célebre de Riad en mazmorra. “Todo lo que sabemos son filtraciones. No sé dónde se encuentran, pero lo que es seguro es que el número de arrestados aumentará”, ha señalado el periodista saudí Jaled Batarfi.
Algunas fuentes hablan de una purga contra la vasta familia real saudí que allana el camino de Mohamed bin Salman hacia el trono, ocupado actualmente por su padre Salman (de 81 años). Los aeropuertos privados desde los que partían sus aviones en dirección a El Cairo, París o Londres han sido cerrados para evitar fugas. Hasta 1.700 cuentas bancarias han sido congeladas de un plumazo.
El Ritz-Carlton es uno de los hoteles más lujosos de Arabia Saudí, con 210.000 metros cuadrados de suntuosas habitaciones, exquisitos restaurantes y recargados salones.