Los bienes de lujo confiscados a los oligarcas rusos, como es el caso de los megayates, se están convirtiendo en un quebradero de cabeza para las autoridades italianas, que en dos años se han visto obligadas a gastar más de 32 millones de euros con el fin de mantenerlos en perfectas condiciones.
Tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022, Estados Unidos y la Unión Europea impusieron diferentes sanciones contra entidades, políticos y empresarios rusos, incluyendo la congelación de sus cuentas en el extranjero y la confiscación de sus activos. Desde entonces, Italia se ha convertido en el “hogar” de siete megabarcos, incluyendo el “Lady M” —de Alexéi Mordashov, quien fuera mayor accionista de TUI y mantiene la participación de la empresa a través de la mujer—, el "Scheherazade", "Sailing Yacht A" y “Lena”.
Al decomisar estos activos, el gobierno italiano también es responsable de garantizar su preservación, pero esto requiere unos elevados gastos en mantenimiento que, según ha publicado France24, ya le han costado 32 millones de euros. Y es que se acumulan gastos como el amarre, el suministro de luz y agua y los trabajos de mantenimiento que, sumados, pueden suponer una inversión anual del 10% del coste del yate y algunos de ellos tienen un valor de 700 millones.
La coyuntura es delicada, pues no se puede sacar ninguna rentabilidad de estos barcos para compensar los costes: no pueden salir de los puertos ni pueden utilizarse. Tampoco está resultando posible la venta por la cantidad de complicaciones legales que supone no poder demostrar con certeza quiénes son los legítimos propietarios de los barcos.