El Oceanogràfic de Valencia es el acuario más grande de Europa, con capacidad para albergar 45.000 especies procedentes de todos los puntos del planeta. Este zoo marino ha recibido, desde que abrió sus puertas en el año 2003, ha recibido más de 23 millones de visitantes y en el 2019, superó el millón y medio de personas por tercer año consecutivo.
A pesar de que el 2020 ha sido un año duro para la institución, la vida animal ha seguido su curso de puertas adentro y las especies han recibido sus atenciones diarias: alimento, ejercicios, asistencia veterinaria, etc. “Gracias a Dios nuestra empresa es tremendamente sensible y tiene un gran compromiso en el cuidado y bienestar animal”, señala en entrevista a Tourinews, Daniel García, el veterinario y director de biología marina del Oceanogràfic, un centro científico y recreativo que lleva a cabo proyectos de investigación y educación relacionados con el mar y los océanos. "Seguimos trabajando, aun apretándonos el cinturón, para que los animales de aquí y los animales que nos llegan enfermos se resientan lo menos posible", indica el científico.
Pregunta (P): ¿Qué está suponiendo la pandemia para un centro como el Oceanogràfic?
Respuesta (R): El impacto de la pandemia afecta a diferentes niveles. El motor económico principal del Oceanogràfic son nuestros visitantes y el objeto de nuestra misión en gran medida, el poder ser un centro de educación y concienciación de cara a la sociedad, de puesta en valor del mar para, como objetivo final, garantizar su conservación. Por tanto, si perdemos los visitantes, perdemos nuestra principal fuente de ingresos y perdemos gran parte de nuestro objetivo, de nuestra misión. De algún modo, de forma secundaría, y más concretamente lo que es mi departamento —que es el de cuidado y bienestar animal— tiene que seguir funcionando. A diferencia de un parque de atracciones, un restaurante o una tienda, aunque echemos el cierre o incluso ahora con pocos visitantes, los animales siguen manteniendo sus necesidades y nosotros mantenemos nuestra responsabilidad hacia ellos, por lo que el nivel de reducción de gastos, independientemente de que estemos cerrados al público o el número de visitantes sea muy bajito, se mantiene, lo que se traduce en gran cantidad de pérdidas.
P: Es decir, ¿vosotros no paráis?
R: Gracias a Dios, nuestra empresa es tremendamente sensible y tiene un gran compromiso con el cuidado y bienestar animal, y las áreas de biología e ingeniería se han visto menos impactadas por los recortes. Estas áreas que se encargan de mantener la calidad del agua, la captación, los sistemas de climatización, etc. no se han visto afectadas, el compromiso con nuestros animales sigue. Sigue incluso más allá de nuestras fronteras. Quizás, una de las áreas que hemos tenido que reducir un poco, pero que de algún modo continúa mostrando el compromiso por la conservación es nuestra Fundación, que es la que se encarga de la atención a los varamientos de delfines o las tortugas que llegan enfermas a nuestras costas, a fin de poder recuperarlas y, posteriormente, devolverlas al mar; o bien el desarrollo de líneas de investigación. Sí que hemos tenido que hacer algunos ajustes, y este año la inversión monetaria en programas de investigación y de conservación in situ, en medio natural, se ve mermada, pero el compromiso sigue ahí. Seguimos trabajando y apretándonos el cinturón para que los animales de aquí y los que nos llegan enfermos se resientan lo menos posible.
P: En la actividad es hay entonces varios vectores: el trabajo científico, los visitantes que generan ingresos y la docencia, ¿no?
R: Efectivamente, al final son diferentes vertientes de una misma misión global como entidad es promover la conservación de los océanos como parte esencial de conservación del planeta. Como dice la investigadora y divulgadora Sylvia Earle, “No Blue, No Green", si no hay océanos, no hay nada, no habría bosques, no habría vida en la Tierra. Entendemos que la gente viene al Oceanogràfic a divertirse, a pasar un buen día —cosa que es esencial—, pero no es suficiente, tiene que aprender, concienciarse también. Entendemos que es fundamental que, con parte de los recursos que se generan aquí se pueda ayudar a aquellas especies que necesitan nuestro apoyo para su conservación en medio natural. De algún modo, los animales aquí se deben comportar como embajadores de la conservación de sus congéneres en medio natural. Es muy difícil que la gente pueda llegar a ver belugas o tiburones. Entendemos que la gente tiene que conocer la belleza y excelencia de estos animales, que nos tienen que servir para aprender. El compromiso de nuestra institución tiene que ser el de conservar los animales en su medio natural mediante la investigación, la educación y los programas de conservación in situ que tenemos.
P: En el caso de los zoológicos, si se desconfina a la población suele haber avalancha de visitantes, pues son espacios abiertos. En el caso de los de los acuarios es un poco diferente porque son más cerrados, ¿no es así?
R: Es verdad que nuestro acuario tienen muchas zonas de espacio abierto, tiene un gran lago… Hay zonas que están al aire libre y zonas a cubierto. Hay una variabilidad, pero es verdad que en general son más cerrados y algunos son prácticamente edificios. Lo que sí es cierto es que este confinamiento, el parón por la pandemia lo que ha traído de bueno es esa necesidad de la gente de reconectar con la naturaleza. Al pasar más tiempo encerrados en casa, se busca este contacto con la vida animal, con las plantas, con el bosque, con el mar... algo de lo que ya estábamos olvidándonos en nuestra vorágine diaria. Al vernos forzados a estar en casa, nos vuelve a llamar, nos replanteamos nuestro modo de vida y nuestra puesta en valor de la naturaleza.
P: De la parte que es obligatorio mantener día a día en el Oceanogràfic, ¿cuál es la partida más grande?
R: Al final los recursos humanos son el mayor valor en una empresa tanto figurado —las personas que lo componen— como la parte económica, la masa salarial. Mi equipo, el del área de biología. Si la plantilla del acuario es de 450 personas, en biología somos 96, casi una cuarta parte. El equipo de mantenimiento también es muy amplio, luego entraríamos en restauración, educadores, administración, tiendas, etc. Y, por supuesto, todo lo anejo al mantenimiento de esos animales como la comida, la energía que hace falta para mantener los filtros, bombas, los recambios, los medicamentos... La masa salarial, la gente, la comida y la energía necesaria para hacer funcionar esto serían los aspectos económicamente más costosos.
P: ¿Los animales de mayor tamaño se llevan más parte del presupuesto?
R: Sí, sobre todo los mamíferos marinos, los delfines, los leones marinos, las focas y las belugas que, realmente, consumen mucha más cantidad de pescado. El 90% de nuestros animales se alimentan de pescado congelado, hay pocos herbívoros —algunas tortugas marinas o aves— pero el grueso son animales piscívoros que se alimentan de pescados y mariscos. El consumo por parte de los mamíferos marinos es muy superior al de los peces o los tiburones que, prácticamente, tienen un requerimiento energético muy inferior. O sea, aquí el grueso en cuanto a comida de animales es por parte de los mamíferos marinos.