Una investigación de la BBC South East ha demostrado que prostitutas están utilizando la plataforma de alojamiento compartido para crear establecimientos de alterne ‘pop up’, es decir, burdeles itinerantes.
Esta situación se produce en Reino Unido donde pagar por mantener relaciones sexuales está permitido por la ley, aunque la normativa exige que se produzca en el interior de un local, eso sí, el establecimiento no puede acoger a más de un trabajador sexual.
Por ello, algunas meretrices como Charlotte Rose han utilizado Airbnb porque es más barato que alquilar un piso. La mujer defiende que el servicio es muy accesible “con tan solo unos clics”. Otra ventaja citada por Rose es que al cambiar de localización no despiertan sospechas entre los vecinos con respecto a la profesión que ejercen.
Desde la compañía de alojamiento compartido han emitido un comunicado en el que aseguran que no “aprueban este comportamiento”.
Por su parte, un grupo de parlamentarios británicos ha solicitado la investigación de este fenómeno de los burdeles ‘pop-up’, cuyos resultados se publicarán a principios del próximo año. Los políticos creen que tras este fenómeno se esconden grupos de crimen organizado que explotan sexualmente a las mujeres.