Estados Unidos ha ampliado la prohibición de los cruceros hasta el 30 de septiembre, debido a la crisis sanitaria de COVID-19. De hecho, en la orden que recoge la citada ampliación se recrimina el comportamiento de las líneas de cruceros ante el estallido de la pandemia, permitiendo los "eventos sociales, entrenar en gimnasios y compartir comidas tipo buffet", hasta que decidieron cesar su actividad a mediados de marzo.
Tal y como recoge The New York Times, el director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), Robert R. Redfield, señaló a las líneas de cruceros como responsables de la transmisión generalizada del virus. En este punto, enfatizó que se produjeron 99 brotes a bordo de 123 cruceros tan solo en aguas estadounidenses y que el covid afectó al 80% de los barcos en su jurisdicción, del 1 de marzo al 10 de julio.
Una industria golpeada desde el inicio
Lo cierto es que la industria de cruceros ha sido una de las mayores damnificadas por la pandemia desde su estallido. Muchas embarcaciones se vieron obligadas a superar una cuarentena por tener múltiples positivos a bordo. Fue el caso del Diamond Princess, que quedó en aislamiento en la ciudad de Yokohoma (Japón) a principios del pasado febrero, con 712 casos positivos y nueve defunciones. Algunos puertos de escala, a su vez, rechazaron a estas embarcaciones por miedo a algún contagio entre los pasajeros. Otros, sin embargo, permitieron el desembarque de los cruceristas para que pudieran volver a su lugar de origen, una acción que, de acuerdo con los CDC, favoreció la expansión del virus.
Cabe destacar que, previamente a la orden emitida por EE.UU., las líneas de cruceros decidieron posponer su actividad en el país norteamericano hasta el 15 de septiembre. Lo cierto es que la situación sanitaria en Estados Unidos está actualmente desbordada, con 3.53 millones de casos confirmados, 138.000 fallecidos y 1.03 millones de curados. Incluso, se considera al estado de Florida el nuevo epicentro de la enfermedad.