Una guerra entre reinos se está librando en el estado de Florida (Estados Unidos): el reino mágico de Disney (‘the Magic Kingdom’) contra el reino de DeSantis (en referencia al gobernador del estado, Ron DeSantis). El político le ha declarado la guerra al parque de entretenimiento, tratando de quitarle el poder con el que ha contado durante los últimos 50 años, mientras Disney, no solo aguanta las embestidas, sino que emprende su propio contraataque.
Para entender el origen del conflicto hay que remontarse a marzo del año pasado, cuando el entonces CEO de Disney, Bob Chapek, se mostró muy crítico con una ley educativa promovida por DeSantis (la conocida como ‘Don’t say gay’), que prohíbe la educación sexual en las escuelas hasta los 9 años.
Las críticas llevaron a DeSantis a destituir al órgano de Gobierno de Reedy Creek Improvement District (Distrito de Mejora de Reedy Creek), un área de algo más de 100 kilómetros cuadrados en la que se encuentra el parque temático de Disney World y cuyo Consejo era afín a la compañía de entretenimiento. La zona pasó a llamarse Central Florida Tourism Oversight District (Distrito de Supervisión del Turismo de Florida Central) y a ser gobernada por un grupo de personas elegidas a dedo por el gobernador con el objetivo de bloquear la ampliación del complejo de Disney, el mayor empleador del estado con 75.000 trabajadores.
No obstante, el nuevo CEO de The Walt Disney Company, Bob Iger, no se ha quedado de brazos cruzados y, justo antes de que el Consejo afín a la compañía tuviera que abandonar sus sillas, el empresario firmó un contrato que blindaba su ‘poder’ en el distrito, al menos, por unos años más.
Según informa NPR, el convenio firmado con la anterior junta de distrito de Reedy Creek establece que Disney conservará el poder hasta que se disuelva la monarquía de Reino Unido, lo cual no está previsto que ocurra próximamente, teniendo en cuenta que la sociedad británica es muy monárquica y tampoco existe ningún problema en la línea de sucesión.
De esta forma, Disney cuenta con la libertad, no solo para ampliar su parque temático —su plan es invertir 17.000 millones de dólares durante los próximos 10 años y sumar 13.000 puestos de trabajo—, sino incluso para construir su propio aeropuerto o una central nuclear.