Cuando se inició la crisis del Covid-19, más de 120 cruceros quedaron varados en el mar al no permitírseles echar amarre en ningún lugar, convirtiéndose en una suerte de cárceles flotantes. Con el paso del tiempo, la mayoría de los buques pudieron finalmente llegar a puerto liberando tanto a pasajeros como a tripulantes, sin embargo, algunos de ellos aún siguen vagando o anclados cerca de puerto.
Es en estos en los que, según recoge Bloomberg, se ha desatado una oleada de suicidios. Uno de estos incidentes tuvo lugar a bordo del Carnival Breeze, donde uno de sus tripulantes supuestamente se quitó la vida.
No sería el único caso, ya que desde Princess Cruises (también de Carnival Corp.) confirmaron que un tripulante ucraniano de 39 años murió a consecuencia de tirarse por la borda del Regal Princess en Róterdam (Países Bajos). Igualmente, Royal Caribbean Cruises Ltd., comunicó que otro trabajador había saltado del Jewel of the Seas.
Fabrizio Barcellona, secretario asistente de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, que representa a los sindicatos estadounidenses, explicó que los trabajadores están sometidos a una situación muy estresante: “Los períodos prolongados que tienen que permanecer a bordo pueden crear una situación de inquietud. Las personas pueden angustiarse".