La pandemia de coronavirus ha provocado que las islas de Ibiza y Formentera se vacíen. El miedo al contagio, los confinamientos y las dificultades para viajar han causado que los ingresos de plataformas de alquiler vacacional caigan estrepitosamente, ya que durante este verano alojaron a 221.000 turistas menos, lo que se traduce en un descenso del 70%, según El Periódico.

Esta reducción en los beneficios ha llevado a los grandes buscadores de alquiler vacacional, Airbnb y Booking, a pasarse al alquiler residencial. Cuando Airbnb puso esta opción a disposición de los propietarios ibicencos, 40 de ellos decidieron comenzar a alquilar sus alojamientos no solo por días, sino por semanas o meses.

Apartamentos, cabañas e incluso barcos se pueden alquilar ahora por 28 noches a precios que oscilan entre los 483 y 1.200 euros. La ventaja para los dueños de las viviendas vacacionales, según las propias plataformas, es la menor rotación de los huéspedes y unos ingresos más predecibles.

La baja demanda ha hecho, además, que caigan los precios. Concretamente y como ejemplo, ahora mismo se puede alquilar un adosado en Sant Josep (Ibiza) por 687 euros al mes, lo que supone casi 1.300 euros menos de lo que costaba anteriormente, es decir, con una rebaja de un 65% en el precio. En otros casos, los descuentos oscilan el 52% como cerca del Parque Natural de Las Salinas, en el sur de Ibiza, o un 35% en un apartamento con vistas al islote de Isla Conejera, en el extremo occidental de Ibiza.

La ausencia de los trabajadores de temporada

Si bien la caída de turistas es notoria, también lo es la ausencia de los trabajadores de temporada, que todos los años se trasladaban a las Pitiusas como personal adicional para el verano, pero que este año, ante el parón turístico, se han quedado en la Península. Eso ha provocado también un descenso en los precios del alquiler residencial.