El pasado 2 de septiembre, un devastador incendio asoló el Museo Nacional de Brasil (Río de Janeiro), arrasando con los más de 20 millones de objetos de gran valor arqueológico que albergaba y disparando las alarmas del resto de recintos del mundo, que han tenido que extremar sus medidas de seguridad para no correr la misma suerte.
Sin embargo, no todos los museos tienen un enemigo común, que en este caso es el fuego. La mayor amenaza del Museo del Prado (Madrid), por ejemplo, es otro elemento de la naturaleza: el agua. Y es que, según ha informado El País, bajo el suelo de la pinacoteca está ubicado el acuífero más extenso de Madrid, que antes de ser soterrado tenía forma de arroyo.
Esta agua, sepultada bajo la ciudad, no ha dejado de circular y eso explica las grietas y humedades que aparecieron en el Prado en 2014. De hecho, en 2016 se pagó la friolera cifra de 50.000 euros para estudiar la reacción del edificio a este flujo de agua. Las conclusiones determinan que si no se costruyen nuevos pozos de drenaje para achicar el agua, el museo podría "ahogarse".
Es decir, si se paralizaran las extracciones de agua, el museo correría peligro de hundimiento. Los pozos donde se acumula el agua cuentan con unas bombas liberadoras, que se ponen en funcionamiento cuando aumenta el agua y "supera el nivel recomendable". No obstante, los autores del informe consideran que las tres bombas de los pozos ubicados en el interior del Prado "no son suficientes para deprimir el nivel de manera eficiente", por lo que favorece la aparición de humedades.
Por ello, han recomendado la construcción de "pequeñas obras de drenaje bajo la solera", así como más pozos de bombeo. Al respecto, el museo ha transmitido tranquilidad, alegando: “De las distintas recomendaciones apuntadas en el informe, se ha completado y mejorado la red de drenaje existente en la zona del sótano afectada por humedades procedentes del nivel freático. Las humedades están controladas y no se considera necesario llevar a cabo actuaciones más complejas”.