El Ayuntamiento de Málaga no otorgará más licencias para la apertura de bares, durante cinco años, en 103 calles declaradas Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS), donde el ruido supera los 55 decibelios por la noche y los 65 por el día. En algunas, incluso se registran 90 decibelios.
Según ha informado El País, el Consistorio comenzó a medir el ruido en sus calles hace más de 10 años, con el objetivo de cumplir con la normativa europea. En 2016, elaboró un mapa con los resultados y desarrolló un plan de acción para reducir el ruido en las áreas más masificadas, bajo el que se enmarca la moratoria a la apertura de nuevos establecimientos hosteleros. La medida afecta a 98 calles del centro y a cinco de la barriada universitaria de Teatinos.
El plan también incluye el adelanto de los horarios de cierre y la celebración de menos actividades municipales en la calle. Entrará en vigor este mes, después de que se publique en el Boletín Oficial de la Provincia.
Lo cierto es que la iniciativa no tenido una buena acogida. Por un lado, el presidente de la Asociación de Hosteleros de Málaga, Javier de Frutos, critica que se trata de una “intervención en el libre mercado en una zona clave de la ciudad”, que tendrá consecuencias “imprevisibles”. El sector teme que se destruyan empleos, así como que se ofrezca una mala imagen del destino a los turistas.
Por otro, los vecinos que se han visto afectados por el ruido consideran que la medida es “insuficiente” y que “llega mal y tarde”, en palabras del secretario de la Asociación de Vecinos Centro Histórico de Málaga, Alejandro Villén.
A este respecto, el Ayuntamiento ha defendido el cumplimiento de la normativa que determina la puesta en marcha de las áreas ZAS. La concejala del Área de Sostenibilidad Medioambiental, Gemma del Corral, reparó en que la iniciativa es fruto del “equilibrio” entre hosteleros y vecinos. “El hecho de que no contente a todos al cien por cien es síntoma de que es una medida equilibrada”, aclaró.
El Consistorio, a su vez, confesó que, tras estudiar los retos del turismo urbano en Málaga, se detectó que una de las debilidades de la ciudad es la “concentración excesiva” de “restaurantes, bares y franquicias” en algunos puntos del centro histórico, donde también se ha detectado pérdida de población.