“Fue como estar en un bar”, así definió Ollie Forsyth, ciudadano irlandés, su experiencia en un vuelo de easyJet que conectaba Belfast, la capital de Irlanda del Norte, con Palma (Mallorca). Todo por un grupo de pasajeros con el que viajó, que presentaba “evidentes signos de embriaguez”.
Forsyth compartió su experiencia en un programa de la BBC del que el Diario de Mallorca se hace eco, donde denunció que estos usuarios, que viajaban a Mallorca para celebrar una despedida de soltero, “se había dejado la decencia en casa”. “No respetaban a los otros pasajeros: niños, personas mayores, incluso una mujer con síndrome de down, que estaba absolutamente petrificada y muy asustada”, aseveró.
El hombre, que viajaba con su mujer, aseguró que fue consciente de la situación desde que subió al avión y vio a los viajeros con “evidentes signos de embriaguez y dificultades para andar”. Incluso, se le pasó por la cabeza abandonar el aeroplano, pero pensó que la situación no iría a más.
Se equivocaba. Y es que, la despedida de soltero empezó antes de la cuenta: en el avión. Allí, montaron su fiesta particular, gritando y apoderándose del carrito de las bebidas. La situación se descontroló de tal manera, que agentes de la Guardia Civil estaban esperando a estos viajeros en el aeropuerto de Palma. Por su parte, easyJet aseguró que su tripulación “está preparada para gestionar situaciones y actuar de forma apropiada para asegurar la seguridad del vuelo”.
Lo cierto, es que Mallorca, en especial el enclave turístico de Magaluf (Calvià), ha implementado diferentes medidas para limpiar su imagen de ‘destino de borrachera’. Por ejemplo, ha impulsado un plan de regeneración que implica captar al turismo familiar y de parejas. El municipio de Calvià, por su parte, lanzó la campaña de concienciación contra el balconing Return Trip, dirigida a los jóvenes británicos que consumen grandes cantidades de alcohol durante su estancia en la isla.