Las imágenes de playas abarrotadas de bañistas han sido habituales, desde que el avance de la desescalada permitió la reapertura de los arenales. Barcelona es uno de los destinos españoles donde más se ha registrado este fenómeno. Por ello, la unidad de la Guardia Urbana, que se encarga del cumplimiento del orden y de la ley en estos espacios, ha advertido del cierre total o parcial de la playa si se incumplen las medidas de seguridad para evitar la propagación del COVID-19, como es el distanciamiento social.
Según ha informado El Mundo, los agentes del Grupo de Playas tendrán este verano una labor añadida a sus quehaceres habituales: velar por la distancia interpersonal para garantizar el uso seguro de la playa. Para ello, controlarán y limitarán el aforo del arenal, pero también lo harán en las zonas públicas próximas a la playa, como son los parterres o jardines, lugares frecuentados, especialmente, para la organización de pícnics.
La unidad específica de la Guardia Urbana que se encarga del control de las playas suele estar operativa hasta septiembre. Estos agentes patrullan a pie, en bicicleta, en vehículos especiales para circular por la arena o en embarcaciones para realizar sus funciones. Entre ellas, figura el control de infracciones de las normas de convivencia y civismo, como es la ocupación de la vía pública, la generación de residuos o la contaminación acústica, así como tareas de prevención de delitos como hurtos o robos y el control de la navegación de vehículos que suponen un riesgo para los bañistas.
Tan solo en 2019, esta unidad presentó más de 19.000 denuncias relativas a la venta ambulante y a otras actividades ilícitas, llegando a requisar 172.471 bebidas. En los últimos años, de hecho, estalló una polémica sobre el almacenamiento en la basura y alcantarillado de alimentos para elaborar mojitos, por parte de estos vendedores, de tal forma que se detectaron restos fecales en estos productos.