Al cuerpo sin vida de David Humphries, de 62 años y nacionalidad británica, que murió en Egipto el pasado septiembre, mientras disfrutaba de unos días de vacaciones, le extrajeron los riñones y el corazón antes de ser repatriado a Reino Unido.
Según ha informado Daily Mail, el hombre perdió la vida tras caer en la piscina cuando jugaba con sus nietos en un hotel de Hurgada, ciudad ubicada en la costa del Mar Rojo. Humphries se encontraba de vacaciones junto con su esposa, Lynda, su hija, Anita Goodall, y sus nietos.
Al parecer, el fallecido se aquejó de unos dolores en el pecho días antes de su muerte, por lo que decidió acudir al Hospital del Mar Rojo para que le hicieran un chequeo. Una vez allí, el médico le recetó antibióticos y le dejó volver al hotel.
Tras su caída en la piscina, Humphries fue trasladado al hospital, donde no se pudo hacer nada para reanimarlo. Entonces, le practicaron una autopsia en contra de los deseos de su familia, como parte de "una investigación policial" que esclarecería si la muerte fue provocada por negligencia médica, según aclaró Goodall.
Una vez el cuerpo del fallecido llegó a Reino Unido, un forense ordenó una segunda autopsia, en la que se produjo el sorpredente hallazgo. La familia está desolada, pues lo más probable es que el corazón de Humphries escondiera la causa de su fallecimiento. En Egipto, las redes que trafican con órganos ganan millones de dólares. A principios de 2018, 37 personas fueron condenadas por esta causa.
El pasado agosto, el matrimonio británico conformado por John y Susan Cooper, trabajadora del grupo Thomas Cook, murió en extrañas circunstancias en el Steigenberger Aqua Magic Hotel, complejo turístico ubicado en Hurgada.