El domingo pasado, día de entrada gratuita, un turista brasileño destrozó una estatua de San Miguel de principios del siglo XVIIII del Museo de Arte Antiga de Lisboa (Portugal) al intentar hacerse un selfie con un cuadro de la sala. Mientras buscaba la posición perfecta, tropezó con la escultura que cayó al suelo y se rompió. El director de la instalación se ha mostrado apesadumbrado al respecto: “Llevo trabajando muchos años en el museo y no recuerdo nada parecido”. Ya se había advertido de que el personal para vigilar las salas era insuficiente. Ante el peligro que supone este tipo de acciones, muchos museos han llevado a cabo medidas para proteger las obras. El Thyssen, en Madrid y el MoMa, en Nueva York, han prohibido la utilización de 'palos de selfie' en sus instalaciones. Otros, como El Prado (Madrid) no permiten hacer fotos en su interior