El paisaje urbano y la naturaleza pueden convivir, en ocasiones, en perfecta armonía. Es el caso de la estación de tren de Kayashima, ubicada al norte de Osaka (Japón), que alberga un árbol de alcanfor de más de 700 años de antigüedad.
Según ha informado Cultura Inquieta, el árbol, más conocido como Big Suku Tree of Kayashima, ha sobrevivido a la ampliación de la estación, como un gesto de respeto hacia el medioambiente, pero también gracias a los mitos y leyendas populares.
Cuando la estación se construyó, en el año 1910, el árbol se encontraba a la derecha del edificio, fuera del recinto. En 1970, sin embargo, debido al aumento de la población, se decidió ampliar las instalaciones, un proyecto que amenazaba al árbol centenario. La idea de que pudieran talarlo despertó el clamor popular a favor de su mantenimiento.
Finalmente, las leyendas y folclore que se han generado durante siglos, en torno a la figura de Big Kusu, consiguieron salvarlo. Y es que, durante mucho tiempo se concibió como una deidad y fue venerado por los ciudadanos. Cuando se planteó la posibilidad de talarlo, muchos corrieron la voz de que quien se atrevía a tocar el árbol sagrado sufría una terrible maldición.
Debido a la presión popular, los funcionarios y arquitectos decidieron integrar el árbol en las obras de ampliación de la estación. Los trabajos finalizaron en 1980 y los habitantes levantaron un pequeño santuario en la base de Big Kusu, para celebrar su supervivencia. Así, se conformó una estación de tren sin duda única en el mundo.