El pasado 15 de abril se cumplieron dos años desde el incendio que azotó a Notre Dame (París), una de las catedrales góticas más célebres del mundo que, antes de ser devorada por las llamas, recibía a más de 14 millones de turistas al año.

Tras el suceso, el presidente francés Emmanuel Macron prometió reconstruir el templo “en los próximos cinco años” y así está sucediendo. Ahora ha llegado el turno de restaurar la aguja central de la catedral, cuyo derrumbe supuso uno de los momentos más impactantes del desastre, y cuya remodelación no ha estado libre de polémicas.

Dicha aguja, incorporada durante la restauración del templo en el siglo XIX, fue construida con madera de los robles de los bosques de Bercé, a unos 200 kilómetros de París. De hecho, la techumbre de la catedral era conocida como “el bosque de Notre Dame”. Hoy, el Gobierno de Francia ha persistido en esta tradición y ha decidido que la aguja sea reconstruida con los árboles de ese mismo bosque.



 

Varios grupos conservacionistas y ecologistas procedentes de diferentes lugares del mundo se han opuesto a utilizar recursos naturales para la remodelación del templo. Sin embargo, el Gobierno galo desoyó a los activistas y en marzo celebró en el bosque de Bercé toda una ceremonia para la selección de los robles que compondrán la nueva techumbre de la catedral. Los árboles elegidos tienen entre 150 y 200 años y, según National Geographic, ya se han talado cerca de 2.000 ejemplares para conseguir materia prima suficiente.

Al acto acudieron la ministra de Cultura francesa, Roselyne Bachelot, y su compañero de Agricultura, Julien Denormandie, acompañados por los arquitectos y el presidente del ente público creado para la restauración del templo, el general Jean-Louis Georgelin.