En un momento en que la industria turística está mirando con lupa la huella de carbono y apostando por productos de KM 0 como una de las vías para ofrecer un producto único en destino y reducir el impacto ecológico, Canarias está perdiendo terreno agrícola que, a la vez, forma parte del paisaje natural que buscan los turistas que visitan el Archipiélago.

Paradójicamente, tal y como recoge Radio Televisión Canaria, cientos de hectáreas de terrenos agrícolas de Canarias que se están destinando a la producción de energías renovables, con la instalación de paneles fotovoltaicos. Y es que, actualmente, la ley permite que el terreno rústico pueda transformarse para la producción de energías renovables si el ayuntamiento correspondiente lo considera de interés general.

“La fotovoltaica instalada en suelo agrícola es un suicidio colectivo”, afirma el portavoz de la federación Ben Magec-Ecologistas en Acción, Eugenio Reyes, quien asevera que importar kiwis desde Nueva Zelanda podría generar emisiones que multiplican hasta en 150 a lo ahorrado con la instalación de las placas solares.

A ello se le suma que los turistas cuando busquen actividades al aire libre en zonas rurales, en lugar de los característicos huertos del sector primario, encontrarán campos de placas solares.