El pescado europeo está bajo amenaza. La ciguatera, una intoxicación alimentaria, provocada por el consumo de peces de gran tamaño y habitual en el Caribe, está afectando a los peces europeos. Afecta cada año a 50.000 personas.

Esta toxina, equiparada al anisakis, tiene su origen en las algas microscópicas (ciguatoxina) que son ingeridas por los peces más pequeños y que es transmitida a través de la cadena alimentaria hasta llegar a los humanos, enfermándolos. Pese a que no es letal, provoca problemas gastrointestinales (diarrea, náuseas o vómitos) así como trastornos del sistema nervioso como cambios en la sensación frío-calor, hormigueo en la lengua y alteraciones de la tensión arterial. El principal problema es que no hay tratamiento específico para ella.

A diferencia del mencionado anisakis, no desaparece al congelar o cocinar el alimento. Además, no se ve, ni huele, por lo que es compleja su detección. 

Mientras que antes era habitual sólo en los turistas que escogían los destinos exóticos para pasar sus vacaciones, ahora ya está presente en los mares europeos. Los primeros brotes se detectaron en las Azores y en las Islas Canarias, relacionados con el consumo de mero y medregal. Actualmente la Unión Europea está realizando mediciones para detectar la toxina en el Mediterráneo y el Atlántico.

Por su parte, en Canarias el Gobierno regional y la Dirección General de Pesca han puesto en marcha un plan de control por el que se analizan muestras de pescado. Además, se ha lanzado un programa de información en los centros de salud.