Jesús Hernández, director de Accesibilidad Universal e Innovación de Fundación ONCE, fue el encargado de dar a conocer los datos de este informe en el marco del Congreso Internacional de Tecnología y Turismo para todas las Personas organizado por Fundación ONCE, que se celebra hasta el viernes en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga.
Para la elaboración del trabajo se han analizado 57 destinos, 4.000 hoteles y 40.000 restaurantes, así como oficinas de turismo, páginas web y playas. Se ha entrevistado, además, a cerca de mil usuarios y gestores.
Una de las conclusiones apunta el desajuste que existe entre la percepción de accesibilidad que tiene de sí mismo el sector turístico y lo que supone ser realmente un espacio accesible para una persona con cualquier discapacidad. “La percepción que tienen de la accesibilidad que ofrecen no coincide con las necesidades reales de las personas con discapacidad”, advirtió Jesús Hernández.
Así, de los más de 4.000 hoteles seleccionados cerca de 1.500 dicen ser “aptos para silla de ruedas”. Esto supone que disponen de aseos adaptados y que cuentan con un acceso correcto. Por el contrario, el estudio advierte de que el personal no tiene la formación adecuada, la recepción no es accesible y de que un 40% no tienen una habitación adaptada.
Lo mismo ocurre con los restaurantes: de más de 40.000, el 26,4 dicen ser aptos, pero la realidad es que casi la mitad no tiene un aseo adaptado, el 45% no dispone de un acceso correcto o a nivel y ninguno presenta menú en formatos alternativos ni cuenta con personal formado.
Tampoco las oficinas de turismo ofrecen un servicio adecuado para los turistas con discapacidad. El 60% no dispone de un punto de atención accesible y el 70% no muestra información sobre accesibilidad de los recursos turísticos.
La mitad de las playas dicen ser accesibles. La realidad es que sí cuentan por lo general con personal formado en materia de accesibilidad pero tendrían que mejorar el acceso y la movilidad en los aseos. El observatorio también ha analizado las rutas turísticas y ha encontrado que sólo un 20% de ellas ofrecen rutas específicas accesibles.
Según las conclusiones del informe, más de la mitad de las empresas consideran alto o muy alto el coste económico de mejorar la accesibilidad en sus establecimientos o servicios. Los principales frenos que aparecen para ejecutar esas mejoras son en primer lugar el coste adicional que suponen y una “supuesta” falta de demanda efectiva, aunque este argumento contraste a su vez con la percepción de que la accesibilidad beneficia a todos los usuarios.
También se apunta la falta de conocimiento sobre accesibilidad universal y atención a turistas con discapacidad (30%), y la falta de información o la complejidad de los requerimientos normativos de accesibilidad (28%).
El 56% sí afirma haber incorporado una política o compromiso respecto a las personas con discapacidad, el 11% dice tener un responsable de la accesibilidad universal en el establecimiento y un 10% asegura haber contratado a personas con discapacidad. Igualmente 8 de cada 10 afirman conocer la legislación de accesibilidad para su establecimiento o servicio y 1 de cada 10 dispone de un certificado o distintivo de accesibilidad.
Viajan igual y gastan un 30% más
“Los gestores de servicios turísticos no terminan de convencerse de que las personas con discapacidad y necesidades especiales suponen un nicho de mercado potencial para los negocios”, lamenta Jesús Hernández.
Para hacer frente a esa percepción, Fundación ONCE recuerda los datos que recoge el informe sobre ‘Hábitos turísticos en los últimos dos años’, donde se concluye que no hay diferencia significativa entre el número de viajes realizado en los últimos 24 meses por las personas con alguna discapacidad o necesidades especiales (7 viajes) y las personas sin necesidades especiales (8 viajes). Es decir, las personas con discapacidad o necesidades especiales viajan con una frecuencia similar a la de las personas sin necesidades especiales.
Además, en el análisis del gasto hecho en el último viaje se llega a otra conclusión “muy clarificadora”: el gasto medio realizado por los turistas con discapacidad y necesidades especiales (813,65€ de media) fue significativamente superior al desembolso efectuado por las personas sin necesidades especiales (637,60€ de media).
Con todo ello, el informe señala algunas de las cuestiones que impiden avanzar en una correcta gestión de la accesibilidad. Una de ellas es que el sector identifica la accesibilidad únicamente con el urbanismo; también que faltan acciones de asesoramiento o sensibilización dirigidas al sector privado, o que en su mayoría no conocen las acciones de integración laboral de personas con discapacidad en turismo.