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No todas las fronteras son vallas y alambradas
Algunas delimitaciones de territorio son dignas de admirar por su belleza
Cuando se habla de fronteras la polémica está servida. Estas simples, y no tan simples, delimitaciones de territorio han sido desde tiempos remotos motivo de disputas entre diversos países.
En algunos casos, como la frontera entre España y Marruecos, la separación no tiene valor artístico pues está representada por unas vallas que solo son noticia cuando olas de inmigrantes intentan traspasarlas. Sin embargo, existen algunas que por su estética dejan atrás cualquier tipo de polémica negativa para ser admiradas por sus peculiares características.
La frontera entre Bélgica y Holanda es un ejemplo de que en las ‘ciudades divididas’ se puede convivir bien. La de Barlee, por ejemplo, está repartida en dos. Una parte pertenece a Bélgica y otra a Holanda, Incluso algunas casas han quedado separadas entre los dos países. Esto hace que en varios puntos de la ciudad se pueda disfrutar de una curiosa línea que marca las delimitaciones de territorio. Aquí es posible tener cada lado del cuerpo en un país diferente.
La división puede complicarse. Es el caso de la triple frontera entre Hungría, Eslovaquia y Austria. En un punto donde llegan a fusionarse las regiones de Rajka (Hungría), Bratislava (Eslovaquia) y Gemeinde Deutsch Jahrndorf (Austria) los viajeros pueden sentarse a comer disfrutando de los tres países al mismo tiempo, pues el elemento que marca la delimitación territorial es una mesa y sus tres respectivos bancos.
Una de las más bellas, sin duda, es la división entre Noruega y Suecia. La frontera está considerada como la más larga de Europa con sus más de 1.600 kilómetros de longitud. Constituye una larga línea entre bosques y montañas que quedó después de que se desmantelaran las viejas fortalezas de vigilancia mutua. Es tan grande que es imposible controlar los pasos mediante puestos fronterizos, por lo que de forma periódica se hacen controles de carretera a ambos lados.
En cuanto a la frontera entre Polonia y Ucrania, otra que destaca por su peculiaridad, el artista Jaroslaw Kozyara ha dibujado gigantescos peces como símbolo de unión pacífica que pueden verse cuando se sobrevuela las poblaciones de Horodyszcze (Polonia) y Variazh (Ucrania).
Aunque los llamados ‘ciudadanos del mundo’ sueñen con naciones sin fronteras, lo cierto es que haciendo desaparecer las vallas y los puestos fronterizos hostiles de algunas regiones, algunas separaciones podrían convertirse en lugar de excursión para turistas.